lunes, 24 de octubre de 2011

El Otro Partido



Por el Mariscal Boldini

Hoy es lunes.

Todos los lunes, desde hace año y medio juego con un grupo de amigos –que son tales por el sólo hecho de compartir religiosamente esos 60 minutos semanales que implican el turno de una cancha alquilada-.

La semana pasada, habíamos perdido (mal) con los conocidos de uno de los pibes. Inmediatamente se tramitó una revancha que prometía no ser fácil –ya que si bien no jugamos mal, tampoco somos gran cosa.

Este lunes yo no jugaba, una pequeña fisura en el dedo gordo del píe derecho (hecha trabando) me lo impedía. En el medio, ingenié una excusa. Jugaba Independiente contra Banfield, por la fecha corrida por las elecciones. Iba a ver el partido del rojo al barcito de la cancha, chusmeaba lo que jugaban los muchachos y me tomaba una cerveza con ellos.

Cuando terminó el primer tiempo del rojo, el partido arrancaba. Salí y pegado a la red que forma el limite de la cancha me fumé un pucho viéndolos. La idea era volver a ver el “otro partido”. Nunca lo hice.

Me fumé un pucho atrás de otro. Y, primero poco, y después mucho; empecé a dar indicaciones. Los otros no jugaban mal, de hecho su mayor defecto es que tendrían cinco años más que nosotros –promedio- y estaban bastante más gordos…

La hago corta, ganamos. Con un gol sobre el final cuando estaba para cualquiera.

Terminé muy contento, cuando volví a entrar al bar, pasaban la final de handball de Argentina en los panamericanos. Le pedí que ponga a ver como había salido Independiente; nos comimos tres, con un par de errores en la defensa por los que me hubiese animado a putear largamente desde afuera de la cancha a mis compañeros de equipo que acababan de jugar.

Que pierda Independiente suele arruinarme un día o dos. Sin embargo volví a casa contento. Cuando me pregunto porqué; me doy cuenta de que es porque le ganamos a los Gordos. Increíble.

Así de raro es el fútbol y sobre todo el corazón de los que lo amamos. Raro, raro, raro.

Avanzo un poco más, y casi yéndome al carajo, reflexiono que Argentina es lo que es –respecto de este hermoso deporte, nada más- porqué el 90% de los pibes quisiera ser ídolo de fútbol.

De ahí en más, si alguien quiere que me trate de explicar como podría haber habido un Maradona francés. Sin intención de ofender a Platini, por ej. Lo más cercano – y muy muy lejos- es un argelino como Zidane, un tipo que supo lo que es el hambre la discriminación y que un sueño tenga cara de pelota.

Yo, como todos, siempre soñé con un gol sobre la hora besando el escudo amado. Y, del mismo modo, supe claramente porqué no. Hoy pensaba –pegado a la raya fumando un pucho, sufriendo para un “Paso a Paso” imaginario- si algún día podría dirigir aunque sea unas inferiores de un club barrial marplatense.

Rapidamente, me doy cuenta de que no me veo.

Sin embargo, creo que cada una de las cosas que hago “bien” –que son sólo algunas-, tienen ese sentimiento.

En pocas palabras.

Aquí, al menos, Se Vive Como Se Juega

Que cada cual salga a jugar su partido.

jueves, 20 de octubre de 2011

Sueños de Libertad



Por el Mariscal Boldini

Gasto escasas palabras para lo siguiente. Grondona sigue. Nadie quiere a Vila. Pero por algún motivo en mucho tiempo había en el aire la sensación de que al Don algo malo le podía pasar.

Dos reflexiones breves al respecto.

A) Creo que es un hecho. El cargo con el que Grondona se hizo en 1979 será vitalicio. Dicho de otro modo, lo va a dejar con los pies para adelante. Y no lo digo pensando que vaya a ganar la próxima elección. Sino en que no le queda mucho tiempo y por suerte no deja ningún heredero fuerte; más allá de los muchos mandos medios (léase por ejemplo gente como Norai Nakis, presidente de Deportivo Armenio y a su vez constante candidato a presidente de Independiente, entre tantos otros). Y si bien corruptos nunca faltan deberán primero pelearse entre ellos, debilitando por lo menos tanta hegemonía organizada.

B) Creo que es una deuda pendiente de este gobierno hacer lo que hizo en el ámbito de los derechos humanos, en otros terrenos, como éste, donde lo obsceno de la corrupción y amoralidad es difícilmente disimulable.

Sería un verdadero placer –cada vez más lejano- verlo a este hombre, aunque más no fuese, viejo y repudiado, aunque más no fuese, con la condena social que le corresponde, ya que difícilmente le llegue la legal. Sin poderse sentar en un restaurant. Sin poder caminar por la calle o –que bello- sin poder entrar a un estadio de fútbol.

En otro tiempo nos vendieron, que había grises buenos –que había corruptos que le hacían bien al país o cosas por el estilo-; por suerte suena estúpido hasta escribirlo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Ficción vs. Realidad -por penales-



Por El Mariscal Boldini

Hoy quiero recomendar dos libros (no soy nada de Gerardo Rozin). Los dos vinculados al fútbol. Uno nuevo, y otro que si bien tiene año y medio de publicado, se vuelve muy actual a la luz de un par de sucesos y otros que inevitablemente prometen sucederán.

El primero. El querido Sacheri publicó en agosto una nueva novela. La trama es impecable. 4 amigos. Uno de ellos muere. El tipo no dejó guita. Antes de morir invirtió una abultada indemnización en el pase de un jugador que fue promesa de un sub 17 olvidado. Hoy el pibe no triunfó, tiene 20 años y juega a prestamo en un equipo de Santiago del Estero y la plata parece perdida para siempre en cuanto Platense lo deje libre. Los amigos del difunto intentarán venderlo. Pero, cómo? Hay que hacerlo jugar bien, y ellos tienen que convertirse en improvisados empresarios. Todo para salvar la única herencia que el fallecido dejó a una pequeña niña (que temen deje de ser hincha de Independiente).

El autor es del rojo y se nota, lo cita bastante, muy buena la parte en que los amigos intentan explicarle a la nena que Maradona cuando era chico era de Independiente y que admiraba profundamente al Bocha!!!

Las descripciones del mundo futbolero, del grupo de amigos y demás son una delicia. Los personajes y su porteñidad.. Uno de ellos, mi preferido, El Ruso, tiene un lavadero de autos en zona oeste, que no va ni para atrás. Los días de sol va tarde a trabajar. Pero los días de lluvia, va temprano, porque lleva la play station y arma con los empleados torneo.

En fin, mientras lo leía –de un tirón- me acordaba de varios amigos a quienes hubiese sido oportuno regalárselos. Más barato me resulta recomendárselos.

El segundo, es La Doce, de Gustavo Grabia. En su momento me resistí a leerlo, por su bosteridad. Pero el día que disimuladamente lo agarré, no lo pude largar. Grabia –que sabe mucho- historiza las movidas de la barra y es impecable. Se lee como si fuera El Padrino, de Mario Puzzo. Uno va viendo auge y decadencias de determinados tipos, de cómo van consolidando poder con gestos o ataques a hinchadas rivales y entre ellos mismos. Cómo toman fuerza cuando la política comienza a reclutarlos. Todo esto sucede con el fútbol como telón de fondo.

Por ejemplo, se dice que el partido desempate que Estudiantes le gana a Boca, se jugó en cancha de Velez y no en la de Racing –como en ppio estaba planeado- para salir de la jurisdicción de provincia donde al Rafa se le aplicaba derecho de admisión.

En medio de todo esto van apareciendo los actuales capos de la barra, Mauro Martín, su rival, el recientemente baleado en Cocodrilo, el Uruguayo Richard; y varios más.

La historia del Abuelo es digna de una buena película de mafia yanqui. Su ascenso, su relación con la selección campeona del 86. Su auge. Y su triste final.

Una de las cosas que marca Grabia es que cada capo que reemplazó a otro, se impuso a través de ser más violento. Si fuera un libro de narrativa seria simplemente genial. Lo vuelve actual, la reaparición en escena del Rafa Di Zeo, que desde hace un tiempo está queriendo recuperar el lugar que dejó al ir tras las rejas. Hubo banderas del tono “Rafa Botón” en el partido amistoso de Boca y Estudiantes en Catamarca del último fin de semana y promete haber un capítulo con mucha acción el próximo domingo cuando en la Bombonera Boca enfrente a Belgrano –con cierto animo festivo, por ser el pirata, el último verdugo de River.


En fin, a uno, que le gusta el fútbol y le gusta paladear historias que lo rocen, que se queda viendo a la madrugada la película en la que Stalone va al arco, mientras Pele y Ardiles juegan un partido a muerte con los Alemanes, que sueña con gambetas heroícas no realizadas en el cesped sino en la vida; con ese tipo de especímenes, quería compartirlo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Red Social Fútbol Club



Por Pechito Gontán

Mi DNI dice que nací en 1977.

Un 14 de Septiembre, a las nueve de la noche.

Mientras me cacheteaban las nalgas a modo de bienvenida, Boca ganaba la copa Libertadores. El mito familiar dice que mi viejo, apenas chequeó que el nene era sanito, se fué a festejar con los muchachos hasta entrada la madrugada.

Lo importante en este caso no pasa por ahi, sino por la fecha de mi nacimiento.

El dato de Boca y la Libertadores no tiene nada que ver con el tema que sigue, pero siempre que puedo lo meto, solo porque me encanta. Ya lo hice en otras oportunidades en este sitio, contando exactamente lo mismo, cual anciano senil atormentando a su nieto con relatos repetidos e inconexos.

Decía que el tema que me interesa, arranca con mi venida al mundo. Y como, a partir de entonces, algunos avances tecnológicos fueron transformando mi vida y la de millones de almas hasta hoy mismo. Unos 34 añitos llenos de novedades.

Siento, como seguramente muchos que tengan mas o menos mi edad, que soy parte de una generacion que creció viéndose obligada a incorporar muchas novedades de repente, apenas superada la niñez.

Con un pie todavía en la vida analógica, otro intentando pisar el futuro digital; y el culo cada vez mas lleno de preguntas.

Conozco pibes de veinte que no conciben el mundo sin cámaras digitales, pantallas táctiles, o Mercado Libre. Muchísimo menos, sin Internet. Cuando llegaron, todo eso ya estaba ahí.

Mi viejo tiene 63 años y lo único que sabe hacer con una computadora es mandar un mail. Y lo hace casi por obligación, ya que no le interesa saber nada mas al respecto. Tampoco nunca escuchó a los Stones, y no me puse a llorar (?).

Yo todavía no le había visto la cara a Dios cuando a los 14, me senté frente a mi primer computadora. Gracias a ese temprano acercamiento, me fue fácil aprender cuestiones básicas sobre el tema, e ir actualizándome mas o menos cuando tocaba hacerlo.

Por supuesto, la novedad estrella era, o iba a ser, por encima de cualquier otra, Internet.

Mails, buscadores, mercados virtuales, chat, juegos en red, música, cine y pornografía gratis. Básicamente, eso era casi todo lo que Internet tenia para ofrecer. Una locura.

Con el tiempo, y a un ritmo cada vez mas frenético, fueron apareciendo novedades dentro de la novedad. La cosa se ponia algo mas compleja con la irrupción en escena de blogs, Facebook, y demás "redes sociales".

Internet 2.0, la llamaron los cráneos a cargo.

Me acuerdo que un compañero, alla por comienzos de 2005, me habló por primera vez de ese 2.0, algo que a mi solo me remitía a cilindrada de motor.

No le presté mucha atención. Tal vez porque hacía ya un tiempo, me había abandonado aquella voluntad de aprendizaje que solía acompañarme a los catorce años. Tampoco creo que haya ayudado a tomarme el asunto muy seriamente el hecho de que el muchacho en cuestión, me explicaba el tema mientras intentaba realizar una compleja posición de yoga, con su cuerpo invertido verticalmente, en el piso de una sala de edición. En fin.

A pesar de esto, al poco tiempo decidí sentarme a ver de que iba la cosa.

Incluso antes de entender con claridad el funcionamiento de una red social, o que tanto me beneficiaba participando en el chiste, ya tenía yo una cuenta en Facebook y otra en Flickr. Fácil.

Poco después, allá por Enero de 2010, junto a mi gran amigo Boldini, nos abrimos un blog. Para poder venir por aca, cuando y como se nos de la gana, a hablar de fútbol.

Así fue como nació este humilde pero acogedor sitio, desde el cual me permito escribir estas incoherencias.

Claramente, ya me sentía parte del universo 2.0 (?). Este blog , solito, justificó (y lo sigue haciendo) esto de seguir insistiendo.

Aunque tal vez parezca que en esta ocasión lo haya olvidado, este sigue siendo un blog de fútbol.

Se que, a simple vista, esta historia repasando los grandes momentos (?) de mi relación a través del tiempo con las nuevas tecnologías, tiene menos fútbol que una ojota. Créanme que entiendo su confusión.

Pero pido paciencia, y dos minutos mas. Sepan que voy a algún lugar con todo esto, y aunque cueste creerlo, en ese lugar hay algo de fútbol.

La cuestión es que, cuando ya tenía todo resuelto, apareció (al menos para mi, en ese momento) otra novedad reclamando atención: Twitter.

Ahí esta el límite, pensé. Me pareció estúpido seguir corriendo detrás de cada nueva versión, siempre mejor que la anterior. Cansado de hacerme el moderno, decidí que lo mejor era quedarme donde estaba.

Escuché muchas críticas desfavorables sobre el tema, con argumentos bastante convincentes. Incluso había quienes llegaban a afirmar que tener Twitter era medio de puto.

Eso, dado el hecho de que soy bastante putito (?), no hizo mas que aumentar mi curiosidad al respecto. Casi en secreto, fuí y me abrí una cuenta. Sin la menor idea de cómo hacerlo funcionar, esta vez mas que nunca.

No se que me daba mas vergüenza. Si la idea de confesar “tengo Twitter”, ante los fundamentalistas que sentía estar traicionando , o el hecho de reconocerme completamente inútil en cuanto a su correcta utilización.

Seguí sin lograr avances durante unos dos meses. Ya casi convencido de haber cometido un error, a punto de asumir mi primer fracaso en el mundo virtual.

Hasta que el Viernes pasado, sucedió algo que me hizo cambiar de opinión.

Eran casi las cinco de la tarde, y la falta del jugador numero doce hacia peligrar el tan esperado partido de futbol 6 de cada Viernes por la noche.

Sin esperanza alguna, escribo (tuiteo) que necesito alguien que quiera jugar un partido, ese mismo dia, a las nueve de la noche.

Al rato, ante mi total sorpresa, ese alguien contesta ofreciendo su participación.

Este tipo, un completo desconocido con nombre de fantasía en su cuenta (@AlVaarVaanVaart), me da su teléfono para que lo llame, así arreglamos lugar y horario del partido.

Cuando lo llamo, me presento como “el del partido de Twitter” (?), a lo que el tipo, inbcreíblemente, contesta: pero Mati, vos sos pelotudo? Soy yo, Alvar!

Era Alvar nomás.

No importa quien es Alvar, ni de donde lo conozco, o hacía cuanto no lo veía. Lo increíble es que no era ningún desconocido de Twitter. Y que el sabia que yo era yo, pero yo no tenía idea de que el era Alvar, el único Alvar que conozco.

Al final vino a jugar Alvarito, un fenómeno. Jugó en contra mío y la descosió.

Me había olvidado lo bien que jugaba, y que una vez me contó que había aprendido a gambetear esquivando piedras en los ásperos potreros de Trelew. Un grande.

Esto simple suceso, tan maravilloso, vino a darle sentido a mi estupida cuenta en Twitter, a devolverme la esperanza, a transformar la vergüenza en orgullo (?).

Y eso que todavía no se bien como se usa esta novedad *

Si sirvió para que ese partido se pueda jugar, ya valió la pena.

Todo lo demás es tocuén. Ya saben lo que es tocuén.

Juro que esta es la última novedad a la que me subo.

Y que la próxima vez que venga por aca, solo voy a hablar de futbol.


* No puedo dejar de destacar y agradecer la noble tarea que día a día realiza gente como @laninasanta o @RusaRusita, para ayudarme a vencer mi ignorancia tuitera. A ellas, grandes amigas, dueñas de la mas absoluta paciencia, va dedicado este humilde relato.

sábado, 1 de octubre de 2011

Vos porque no lo viste



Por El Mariscal Boldini

Como corresponde, ya me estoy preparando para cuando sea viejo.

Y entre tantas cosas que ya creo que van a ser mis mañas y rompepeloteces de viejo –de mierda-, hoy tuve la certeza de que un tema va a ser recurrente en mis progresivamente seniles diálogos .

Trabajando en la compu, tenía puesto de fondo el programa Planeta Gol, que recopila goles, rarezas y patadas del mundo. En medio de un referí al que le roban el auto en medio del partido y un juez de línea que pierde el peluquín de un pelotazo; veo a un brasileño petiso y ya medio gordito jugando al fútbol con los ojos vendados, clavándola indistintamente en uno y otro palo de un arquero vidente. ERA ROMARIO; inaugurando los Juegos Olímpicos para Personas con Discapacidad.

En mi vida he sido víctima varias veces de los viejos que recurrentemente contaban las anécdotas de otros cracks e insistían que uno no podía imaginárselo (a Corbatta o a Houseman) por no haberlos visto. “Y en esa época no había televisión!!”. “Además el fútbol cambió mucho, hoy a los dos partidos está en Europa”.

Bueno, hoy decidí o me di cuenta, que así seré yo con el Chapulín. Un animal del área. Un tipo que desde su actitud te trasmitía que estaba en la cancha sólo para meter un gol, no iba a hacerte un relevo, pero tampoco te iba a perdonar con la pelota en los píes. Un artista. Sereno, con el pique corto, haciendo lo justo y necesario, lo ves con la del Barza entrando en diagonal al área y poniéndola precisa junto al palo; o metiendo el típico puntinazo seco que infla la parte alta de la red. Y siempre a cobrar.

Creo que una de las claves de su magia o de mi admiración, es que –como el Diego- nunca parecieron atletas del deporte ni mucho menos. Sin embargo no cabe duda de que lo eran. ¿En qué eran distintos? Si uno lo pudiese definir, los yanquis ya estarían haciendo clones que les permitiesen llegar a semis. Al igual que con los trucos de magia; hay que saber dejarlo ahí.

En fin, viejo y orgulloso, podré decir que los he visto. A algún pibe de los que nacieron después del mundial 90, cuyos ídolos son jugadores de moda, con los nombres cambiados por la play, hijos de mundiales sin “Héroes”.

En la próxima entrega: cómo explicarle a un hijo la sensación palpitante de esperar un pique del Cani vestido con la celeste y blanca (tras un pase de Diego).