viernes, 9 de diciembre de 2011

Enviados especiales

El Domingo pasado Boca se consagró campeón del Apertura 2011 en la Bombonera.

Calma Chicha, en un esfuerzo enorme de producción, se hizo presente en el lugar para dar testimonio de tan histórico acontecimiento para el fútbol local.

Un integrante del staff fue enviado con la orden de tomar nota de lo sucedido, para después volcarlo en un texto lleno de detalles que aquí pretendía ser publicado.

Nuestro hombre, de quien no volvimos a tener noticia alguna desde aquel día, se hizo presente en nuestras oficinas recién ayer.

Con claros signos de haberse excedido en los festejos durante varios días. Tenía tatuado en su antebrazo izquierdo un escudo de Boca bastante torcido y el nombre "Mónica" en letras góticas, justo debajo del mismo.

Sabiéndose en falta, pidió perdón.

Con el último resto de vergüenza que le quedaba, dijo tener algo de material.

Y nos entregó este breve, pero contundente registro.



[Nótese como en la euforia del festejo, Laudonio es castigado duramente por varios integrantes del excitado plantel xeneize]

El responsable ha demostrado estar arrepentido, y prometió no volver a comportarse de esta manera.

Por eso, y porque lo queremos, no lo vamos a sancionar.

Cosas que pasan.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Tengo un amigo de Boca


En el fútbol dificilmente me alegra la alegría ajena (me puede haber pasado con el ascenso de un club querible o algún logro internacional, nada más). Hoy no es la excepcion (más bien es el ejemplo paradigmático de la cuestión).

Gontan dice que Boca y su hincha son “distintos”.

No comparto, todos los hinchas y las hinchadas se sienten distintos –cómo las madres ven a sus hijos agraciados-.

Sin embargo, podríamos decir que en cierto modo lo son. Son mas agrandados, más pesados y gritones que el resto. Me cae mejor el plantel de Boca que sus hinchas, lo que es grave si consideramos que en el plantel están Orion, Clemente Rodriguez o Mouche.

Me silencio.

El cariño por Gontan es más fuerte!

Abrazoo

domingo, 4 de diciembre de 2011

Breakpoint # 2


Aca el Mariscal habla de los distintos.

De los que marcan la diferencia cuando a los demás les tiemblan las piernas.

Esos que no necesitan ser buenos tipos, ni ejemplo de nadie.

Me la deja picando al borde del arco, y no pienso dejarla pasar.

Porque mañana, a eso de las siete de la tarde, voy a ir a la cancha. Para ver como el mas distinto de casi todos los distintos que alguna vez me toco ver, me regala un nuevo campeonato.

A gritar ese amor sin restricciones.

El mismo que otros no pueden permitirse declarar, pero seguramente sientan silenciosamente.

A todos ellos, les mando un abrazo enorme.

El Lunes espero volver por acá, con algún registro histórico del asunto.

Todavía me cuesta creer toda la magia que trajo este 2011.

Nunca imaginé tanto.

Cosas que pasan, cuando en tu equipo juega un distinto.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Breakpoint -un punto de inflección-


Se juega la Copa Davis. Íbamos de punto, está claro. Y cuando Del Potro perdió el viernes pareció cerrarse la historia. Yo nunca jugué al tenis –tengo amigos que sí y que cada tanto me enseñan algo al respecto-, pero tengo un par de opiniones que defiendo de modo intransigente.

Hace más de un año en este blog dedicamos un post al tema.

La intención es reiterarme sobre ese tema y, en todo caso, aprovechar y dedicárselo a Salatino, un tipo que en el 2008 salió a decir pavadas (o no tan pavadas, pero no las tenía que decir) como una niña llorona golpeada por la decepcionante actuación en la final que se jugó en Mar del Plata. Yo, en ese entonces, afirmé una convicción que ya traía: me identificaba con el juego y la forma de jugar del tipo sobre el que recaían muchas de las críticas: Nalbandian.

Hoy, siendo sábado a la tarde, suena fácil reivindicarlo; así que no lo voy a hacer. Lo acusan de “mal tipo”. No me parece tan grave. Acaso, integraría la colorida y extensa lista de esos “malos tipos” que la rompían. Lista que ha amenazado en incluir a gente como Veron o Riquelme.

Pero hay un punto donde se acaban las discusiones. Cuando uno JUEGA a algo, la intención es ganar –no a cualquier precio, pero si no, no jugaríamos. Y hay tipos, que no sé porqué antes de empezar el partido nos dan la sensación de que tenemos más chances de lograrlo. Entre otras cosas, porque una vez arrancado el mismo hacen todo para ganarlo.

En algo tan indefinible como el deporte “eso” que da a unos el mote de “ganadores” y a otros de “perdedores”, esa fuerza inasible que pesa a favor y en contra sobre unos y otros; recibe un nombre también ambiguo y difícil de definir como el hecho mismo; se la denomina MÍSTICA. Algunos equipos y personas la tienen y otros no.

Se construyen mitos de héroes alrededor de ella.

En mi forma de ver el mundo, los portadores de esa condición (de esa mística) tienen algunos derechos y atribuciones que otros no, por el simple hecho de no ser “ganadores”. Más aún, cuando los primeros, son aquellos de los que esperaremos el gol agónico sobre la hora. Que nos salven cuando todo esa perdido, alimentando justificadamente esperanzas de imposibles. Qué, sino, es “ser distinto”?

No dudé en bancar a Ortega vs Simeone en River. Y banco a Teo vs el resto de un plantel de Racing que lo criticaba -con justicia-,pero que no supo llevar sus argumentos al verde césped y ganar sin él en cancha.

Un poco de todo de eso tiene Nalbandian cada vez que juega para argentina; y algo de eso nos falta a la hora de jugar finales de Copa Davis.

Personalmente nadie me quitará la convicción de que si mañana él jugase el cuarto partido; la serie se definiría en un quinto.