viernes, 20 de julio de 2012

Volver

Hace ya un tiempo que no se me ocurre nada interesante para escribir por acá.

Extraño esa voluntad que me invadía cada vez que tenia ganas de venir a decir sin filtro ni prolijidad, lo que me salía de las pelotas.

Se que algún dia volverán esas ganas, pero hoy me chupa un huevo el asunto.

Hoy vengo a decir otra cosa, mucho mas simple.

Hoy vengo a decir GRACIAS MARISCAL, por tanta amistad sin fecha de vencimiento.

Eso nomás.

Tengame paciencia, que ya voy a volver.

Abrazo eterno, pedazo de amigo.

lunes, 2 de julio de 2012

MITOLOGÍAS


Siempre me fascinó Chicago porqué entre otras cosas siempre lo sentí capaz de lograr lo absolutamente improbable. De ganar con huevos lo que tal vez previamente no era tan obvio que se mereciese. Aunque una vez terminado el partido ya no queden dudas.

Empecé a sentirlo como un hecho inapelable, en aquella final del reducido 2006 para ascender contra el buen Belgrano. Cuando Chicago levanta en dos tiempos suplementarios un 0-3 abajo impresionante, por el marco –el Chateau estallado-, la instancia definitoria y la distancia del resultado.

Si bien tiene que haber huevos en cantidad importante, me negué a creer que fuera sólo eso. Había algo más. Cuando lo improbable se hace costumbre, nace el mito.

La tarde del sábado fue igual. Abandonamos esa sombra asquerosa que es la B Metropolitana, triste y oscura es como un limbo, una nada a la que nos habían condenado un tanto injustamente –ya expliqué el porqué de este sentir en post anterior.

Pero nada es fácil, al menos en ese mundo donde se maneja Chicago, si bien había dominado la serie con solvencia, a 10 minutos del final, se vino la noche. Del gol errado al penal indiscutible y las manos vacías. En las caras de algunos de los de Chicago ya aparecían las futuras lagrimas de impotencia. Jugadores que se cubrían la cara con la camiseta o estaban tirados en el piso. Todo se desvanecía y había que volver a la injusta B Metropolitana. Nada hacía entrar en las probabilidades que el arquero lo atajara. El de Chaca no lo pateo mal, fue fuerte, un poco a media altura, nada más. El aquero Monllor, de apellido impronunciable, voló, la paró con la mano, la rozó con su pierna –siempre sobre la línea como, la peli Match Point- y la terminó atenazando contra el suelo. No queda mucho que decir, ya todos lo habrán visto.

Pese a todo banco al Tano Pascini que salió a gritar el gol desaforado (si alguna chance tuvo Chaca, fue por él); dolía escuchar la sinceridad de su tristeza diciendo un rao más tarde que en ese momento no quería dirigir nunca más, que la vida le había dado la espalda.

Se terminan las promociones –espero-, pero no las hazañas! Lo más parecido que vi en mi vida, viene de la ficción: Rocky Balboa en la uno –la verdaderamente buena-. Torpe y con huevos. Con un buen cross de zurda y no mucho más. Pero con eso y yendo al frente, daba miedo.

Que más decir de Chicago, sino que me ha dado mi alegría de fin de campeonato. Con mil problemas a cuestas volvió al Nacional B y alimentó el mito, el de las finales gloriosas y el nunca lo des por muerto. Se vendrán otros problemas y probablemente haya que reventar la bocha e ir a buscar un rebote. Los héroes no son perfectos.

Pero bueh, son ese amigo que iremos a buscar para bancar la parada difícil, con el que volves confiado caminando de noche por el medio de la plaza. Muy de barrio. De Mataderos.

domingo, 1 de julio de 2012

La injusticia en el país del injusto…



Por la Dra. Cosmai


 A veces los hechos nos superan, ahí necesito escribirlos para saber qué es lo que pienso, o qué eslo que ha pasado.

Injusticia: “Falta o ausencia de justicia. Justicia: “(del latín, Iustitia) es la concepción que cada época y civilización tiene acerca del sentido de sus normas jurídicas. Es un valor determinado por la sociedad. Nació de la necesidad de mantener la armonía entre sus integrantes”

El año pasado, para esta misma fecha, viví una jornada futbolística que pensé, no se iba a repetir en mi vida.

Gimnasia se enfrentaba a Boca para definir si quedaba o no en promoción. El mellizo Barros Schelotto se retiraba, con la camiseta del club de sus amores, pero frente al equipo que le había dado toda la gloria. En Boca, por su parte, se retiraba Palermo, pudiendo dejar en la B, al eterno rival de su amado Estudiantes. Huracán, desde Avellaneda, peleaba por lo mismo que Gimnasia, pero tenía otro verdugo, el flamante técnico de Independiente. Que no era otro que el que cuatro años antes, lo había ascendido, mientras miraba al cielo con lagrimas en los ojos y agradecía, el turquito Mohamed. Ni un escritor de culebrones colombianos hubiese podido armar sejante lío de pasiones.

Ese día Independiente goleó a Huracán (a esta altura no dudo en pensar que es un equipo que se dedica sin ningún interés personal más que la mala leche, a cagarles la vida a todos los demás). No voy a olvidar la imagen de la tribuna llena, ya terminado el partido, con todos sus hinchas llorando, cuando de un momento para el otro, esas lágrimas pasaron a ser de alegría, cuando en tiempo adicional Boca le mete un gol a Gimnasia y revive a  Huracán permitiéndole jugar un partido desempate contra el Lobo. Luego, Huracán perdería ese partido y Gimnasia perdería la promoción, por lo que después de tanto… nada, ambos descendieron. A esa misma hora, River, “el más grande”, quedaba en promoción por primera vez en su historia. Promoción que lo llevaría una semana después al descenso. Por último, Quilmes culminaba un campeonato más que digno, yéndose a la B con la frente en alto y un Caruso Lombardi que se ganaba el respeto de toda la hinchada y de todas las hinchadas. Como marco, podemos agregar que era la primera vez en nuestro país, que todos esos partidos, se podían ver en vivo  por televisión abierta, lo que no es poca cosa en un país tan futbolero como el nuestro.

Pensé que no volvería a vivir algo así, decía, hasta el fin de semana pasado.

Todo empezó el sábado, el mismo River que tenía paralizado al país hace un año, con la posiblidad de irse a la B, ahora tenía a medio mundo haciendo apuestas a ver si le temblaba el pulso frente al Almirante Brown de Giunta. Insituto y Central se jugaban su historia. Quilmes, que había descendido tan dignamente de la mano de Caruso, había sufrido su abandono. Según Caruso, las posibilidades de que San Lorenzo (comprometidísimo con el promedio) quedara en primera, eran mucho mayores a las de Quilmes de ascender. El pasado sábado Quilmes ascendió, y directamente, sin jugar promoción. Escoltando al campeón, River. Eso demuestra dos cosas: que quizás la elección de Caruso no fue la mejor y que como estadístico se cagaría de hambre. A la misma hora televisaron los cuatro partidos. Pareció un sábado de primera, sin embargo, solo fue la definición de la B. Lo que pensé que no podía repetirse, no solo volvió a ocurrir sino por partida doble. Ya había decidido que ese fin de semana NO HARÍA ABSOLUTAMENTE NADA, MÁS QUE ESTAR TIRADA FRENTE AL TELEVISOR.

El domingo, se televisaron siete partidos. Tigre, Arsenal y Boca -un poco más atrás-, definirían el campeonato. Sin embargo, la atracción no estaba en esa parte de la tabla. San Lorenzo a la misma hora y con Caruso como DT intentaría conseguir quedar en promoción (teniendo ínfimas posibilidades). Este fin de semana que tenía que ser maravilloso, marcó un antes y un después.

Me disponía a ver los partidos con la tranquilidad de quien no está involucrado (Racing por suerte estaba fuera de todo) y con la emoción de quien es fanático del fútbol. Hasta que ocurrió. San Martín de San Juan le hacía un gran partido a San Lorenzo, ganándole con un golazo. San Lorenzo descendía y Banfield que perdía sin atenuantes con Colón iba a la promoción. Hasta que le dan el gol que todos vimos a San Lorenzo. Completamente ilegítimo al punto tal que un niño sabe que ese gol no puede ser convalidado. El propio Bueno miró al árbitro con el descreimiento de un: “no me lo vas a cobrar, no??”. Como si ya eso no me hubiera llenado de impotencia, sucedió lo que para mi fue peor aún, la expulsión del jugador de San Martin de San Juan por protestar, dejándolo con un hombre menos desde el primer tiempo en semejante partido. Es algo así como que la policía te robe, y si encima te quejás, te meta preso a vos. Se me vino a la cabeza el Velez - Huracán de 2009.

De ahí en adelante, no pude creer más nada. Salió campeón Arsenal, ante un Belgrano al que le hicieron un gol y no jugó más (Arsenal: club fundado por los hermanos Grodona en 1957); Independiente (Club del cual es hincha Grondona), le hizo un partidazo a Tigre, rival directo de Arsenal para pelear el título; y mágicamente San Lorenzo se convirtió en un equipazo y le metió 3 a San Martin de San Juan. La conclusión es que mandaron a la B al pobre Banfield, que evidentemente no había arreglado con ninguno o simplemente no tenía qué ofrecer.

Desde ahí nada me parece casual. Tampoco que el primer gol de River el día anterior fuese un metro adelantado. Tampoco que haya salido campeón el equipo del presidente de la AFA. Tampoco que San Lorenzo, que tiene como ícono de hincha a San Tinelli, haya zafado del descenso directo. 
¿Me sorprenden las declaraciones de Abdo confirmando el arreglo?? 
¿Me sorprende que Varsky diga que alquien que merece toda su confianza, lo escuchó de la boca de los propios dirigentes de San Lorenzo?? 
No, no me sorprende, no nos sorprende… y eso es lo más grave.

Al carajo la fucking promoción, todos sabemos como va a salir...

lunes, 25 de junio de 2012

Alta Suciedad


Domingo a la noche, me acosté re caliente. Sólo hoy lunes puedo escribir un par de palabras. La sensación, la de un engaño, una estafa, un robo, una desilusión. Para alguien que como yo consume demasiadas horas de fútbol –dándole una importancia que no le doy a la política o cosas por el estilo-. Evidenciar de un modo tan descarado que todo está arreglado resulta horrible (entre otras cosas porque hace difícil pensar en volver a entusiasmarse, volver a festejar o creer en virtudes futbolísticas, que es de lo que se rata esto).

Matan a un hombre en cancha de River. Chicago y Almirante Brown sufrieron quita de 18 puntos por crímenes muy similares. El primer gol, surge de un claro offside.

San Lorenzo empata un partido en el que lo estaban paseando, con un clarísimo foul al arquero. Para sellar la injusticia se expulsa a un jugador de los perjudicados.

Belgrano termina jugando con 9 hombres contra Arsenal –el primero mal expulsado, y la segunda expulsión merecía que expulsasen a alguno de Arsenal también-.

Hilario Navarro se queda dos minutos tirado en el piso en tiempo adicional y Laverni adiciona lo mínimo, no había que generar la posibilidad de que Tigre llegase al desempate.

Yo no tengo dudas y si alguno la tiene, que se las escriba a los Reyes magos, hoy por hoy la competencia leal en el fútbol argentino, es tan real como ellos.

miércoles, 20 de junio de 2012

Ser campeón

Después de meses sin poder ir a la cancha, me tocan dos partidos seguidos.

Jueves.

Domingo.

Jueves de semifinal de Libertadores.

Cancha repleta. Clima tenso, pronostico reservado.
El pasado, ahí nomás, lleno de recuerdos gloriosos.
Imborrable todo.
Rival chileno.
Dos goles, que podrían haber sido tres o cuatro.
La esperanza intacta.

Domingo de campeonato.

Arsenal de Sarandí, en esa misma cancha, te mete tres goles.
Que podrían haber sido cuatro, o cinco.
Y te arrebata la punta, a una fecha del final.
Arsenal.
Si, Arsenal.

Y unos días después, cuando sea que toque, habrá que ganarle a Racing.
A como de lugar.
Otra final.

A todo esto, River todavía no define su ascenso, a una fecha del final.

Nunca el fútbol argentino será capaz de repetir esta mezcla de angustia y felicidad toda junta, sucediendo al mismo tiempo.

Y pienso disfrutarlo.


Como que no.








miércoles, 13 de junio de 2012

Milito y el Adios


Comparto con la Dra. Cosmai, cierto gusto –no siempre muy sano- por la melancolía. Por la añoranza y el masoquismo de estar pensando en lo que se fue y ya no volverá; aunque más no sea una costumbre tonta o un bar que cierra para no abrir nunca más.

Y eso me pegó fuerte ayer, cuando me enteré de golpe y porrazo que se retiraba Milito. El retiro de cualquier tipo representativo trae un montón de comentarios ociosos. Desde alabarlo por demás, echarle la culpa a sus compañeros o al club, decir que está bien ya que estaba robando o simplemente decir que era demasiado joven y tomarlo como una “fatalidad”.

Yo por mi parte, como buen defensor rustico, no puedo sino admirarlo. A los 17 ya era capitán de la selección juvenil y enseguida se apuraron por hacerlo debutar en Independiente. Al repasar sus cualidades, más allá del aspecto técnico, destaca el anímico. Cuentan que en aquel plantel campeón del 2002 cagaba a pedos a medio mundo teniendo solo 21 años.

¿Y donde entra la melancolía? En cierta reflexión que se repite una y otra vez en mi cabeza, y que dice que un tipo así está hecho para ser campeón. Y la vida tan jodida como es, se lo dio menos de lo que a mi gusto merecía –no cuento los títulos ganados sentado en el banco de suplentes del Barcelona, obvio.

Cuando volvió a Independiente pensé que merecía por lo menos pelear algún campeonato seriamente, lamentablemente su entorno no estuvo a la altura y él tampoco –tuvo varias pifias que demostraban que ya no era el que había sido. Y la pregunta es ¿cuando uno deja de ser ese que fue?

Yo creo –y lo he pensado bastante- que uno nunca lo sabe mientras está sucediendo (mientras estamos dejando de ser) y recién nos enteramos cuando es un hecho consumado (cuando ya no somos).

Al respecto, el otro recuerdo fuerte que tengo, es el último partido que jugué con mi viejo. Fue en la playa, un verano, yo tendría 17 o 18. Era dos contra dos con arco chico. De un lado mi viejo y un amigo de él. Del otro el hijo del amigo –más chico que yo- y yo. Yo ya creía jugar más o menos bien y quería ganarles cueste lo que cueste, ya que valga la redundancia, nos tenían de hijo. Puse con todo, fui al piso, perdí, comí arena y bronca, hicimos un par de buenas jugadas, pero una vez más no se nos dio. Nos ganaron, como nos ganaban siempre, con un poco de culo, otro de experiencia y algo de malicia. Y allí me fui, más que caliente.

Pasaron cosas en el medio, yo no estaba en Mar del Plata y cuando me quise acordar mi viejo ya no podía hacer casi nada por un problema primero en la rodilla y luego en la espalda, que terminó en operación.

En fin, no hay final para este post, sólo el recuero de la última vez que nos fuimos de viaje solos con mi mejor amigo, la última cena en lo que era mi bar, la última vez que me cruce con un ser querido. Sólo debo agradecer que quedan varias cosas que aún no ha sido su última vez. Y que cuando eso suceda sólo espero ya haberme cansado de ellas (para no extrañarlas).

Por lo demás, a vivir, mucho y con ganas; antes del pitazo final. Un saludo, Mariscal!!

lunes, 11 de junio de 2012

Nueva Chicago y la Fidelidad



Desde hace un par de años, esta época del año es para mí; como la primavera para los enamorados –en las publicidades de celular-. Desde hace 4 años cada Junio me ilusiono con un logro deportivo que hará sacar el grito desde muy adentro. Apretar el puño de bronca y putear un poco a los cuatro cielos.

De chiquito soy de Independiente, luego la vida quiso que ya con 20 años viviera en Bs. As. Fui muchas veces al Doble visera, pero nunca logré hacerlo una rutina; me tomaba todo el domingo y siempre me faltó alguno –más allá de algún viejo amigo de mi viejo- que me hiciera la gamba. Por que al Rojo lo amo, no hice mucho barullo cuando en el 2006 adquirí una rutina “infiel”. Casi sin darme cuenta, empecé a ir a casi todos los partidos de local del Club Atlético Nueva Chicago. Me quedaba cerca, tenía un par de amigos con quien ir, y me encantaba esa hinchada y ese barrio.

Estuve ahí cuando después de mucho luchar para esquivar el descenso directo, perdemos la promoción con el Tigre de Cagna. Ese fue mi último y terrible partido (estuve triste una semana). Al año siguiente, por seguridad sólo podían entrar los socios, y yo no lo era. Luego dejé Bs. As. y -como los loosers- lo miro por tv. Los incidentes con Tigre provocaron que nos quiten 20 puntos. La lucha en la B fue para no descender. Nuevamente una promoción –ya estábamos en racha perdedora-. El rival fue Los Andes. Perdimos.

B Metropolitana. Una única cosa favoreció al Torito de esta categoría gris. Entre tantos equipos de mierda, si bien es muy difícil salir campeón –y Chicago tiene un quilombo institucional más que importante-, el Toro siempre está entre los 5 o 6 primeros asegurándose jugar el reducido que te lleva a la promoción. Y la esperanza nace Junio a Junio.

El año pasado estuvo cerca, a puro huevo, como marca la historia, con un par de empates heroicos (bien a lo Chicago); pero al final faltó resto. Este año, con más fútbol, con el Gomito Gómez y un par de buenos jugadores, siento –una vez más- que se puede dar. Hoy a la hora de la siesta se juega el segundo partido de la semi final del reducido. El rival, Platense.

Hace 4 años que estoy esperando ese grito, que siento que entre otras cosas repararía una injusticia. Ya que: A) Hubo otros descendidos con desmanes –River y Central sin ir más lejos- a los que no se les quitó puntos.

Y B)

Soy de Chicago
no me importa lo q digan
el periodismo ni toda la policía
yo a vos te sigo por toda la argentina
fumando porro y tomando cocaína
todas las bandas ya conocen nuestro aguante
YA TODOS SABEN Q CHICAGO ES EL GIGANTE
siempre copando la banda de mataderos
que me la chupen las gallinas y los bosteros
y dalee dalee dalee verdee
ya dalee dalee dalee verdee!!

sábado, 26 de mayo de 2012

Garrafa, gran perdedor

Hace un mes que estoy esperando este día. Aquellos que no entienden de fútbol o no lo entienen como yo (cosa que no es tan grave tampoco); ya se han reído a carcajadas de mí cuando expresé mi entusiasmo cerveza en mano después de algún picado intrascendente. No conciben tampoco el cine de la misma manera, y el objeto de este post a lo sumo les podrá parecer simpático, irrisorio o con suerte bizarro; pero nunca interesante. La cuestión es que hace un mes atrás enganché por casualidad una entrevista -en el programa de Bonadeo- a un desgarbado hincha de Banfield.

Son momentos duros para Banfield. El tipo tenía pinta de muchas cosas menos de cineasta, pero contaba entusiasmadísimo como después de un laburo de dos años había terminado junto con dos amigos un documental sobre José Luís Sánchez, el Garrafa. Con eso sólo me compró.

Pocas personas hay que encarnen tan bien a un ídolo. Nada en él era a priori llamativo, pelado, pequeña panza, su nombre y apellidos absolutamente normales. Ahora bien, al acercarse a las historias y anécdotas del mito del Garrafa (que circulan a granel), su figura se engrandece y empezamos a extrañar ese andar cansino.

Parece que se fue a probar a Boca y no quedó porque a los dirigentes no les gustó que fuera en moto, hincha fanático de Laferrere nunca se mudó del barrio y aseguran que cuando salió campeón con Temperley llevaba la camiseta de Lafe mientras daba la vuelta olímpica.

Gracioso, tramposo, amigo del vicio y los barrios bajos, digno exponente de un tango, al que le faltan compositores. No sé ustedes pero yo hoy a las 21.30 hs pienso sentarme tranquilo a ver que se cuenta de ese fenómeno; y si alguno se copa lo veremos juntos.

La última. Cuando en la entrevista le piden el director del documental que lo defina, el tipo hizo una pausa y dijo tres palabras que terminaron de convencerme y me tienen en vilo desde hace un mes: era “Un Perdedor Adorable”. Si uno de los requisitos del mito es la capacidad de identificación; creo que está todo dicho.

jueves, 12 de abril de 2012

Libertadores



La primera Libertadores que festejé fue en el 2000.

Por aquel entonces, iba a la cancha casi siempre, salvo algún que otro partido muy lejano de visitante.

Boca había empatado la primera final con Palmeiras, de local.

Era la época del 1 a 1, cuando viajar no costaba tanto.
Yo ya había decidido con un amigo, antes de aquel primer partido, viajar a Brasil para la revancha.

El asunto se suspendió después de aquel empate.
Era la época, también, en la cual resultaba casi imposible ganarle a un equipo brasilero de visitante.

Pocas veces en mi vida me arrepentí tanto de una decisión.

El asunto es que hoy, viendo a Boca jugando en Brasil, me acordé de aquel partido.
De como Román la descosió y se recibió de ídolo. Del penal de Bermúdez. De gritar hasta perder la voz.

Y volví a creer.

Mientras tanto, River le ganaba a Quilmes por la Copa Argentina.

No podría vivir sin esto.

Nada mas.

Nada menos.

domingo, 8 de abril de 2012

Justicia


No le deseo el mal a nadie, pero cuando algunos poderes son muy obscenos, sólo podés ponerte en la vereda de enfrente. Eso me pasó al ver el penal inexistente que le dan a River.

Una historia que ya vi mil veces. Cambiando de escenarios, predominantemente en la Boca o el Monumental.

Por eso, que Cavenaghi la haya tirado tan a la mierda, fue hermoso. Más incluso que el golazo de Atlanta. Del mismo modo disfruté cada partido que Silva (habilitado por la ventana) estuvo sin meterla. Obviamente la justicia no existe –ya lo sabemos- y en casi todos los mundos posibles Cavenaghi le hubiera roto el arco al bohemio y Silva sería el goleador del campeonato. Pero no pasó, y la injusticia se aplazó un rato. En el caso de River creo que está pagando lo que hace medio año fue un abuso, el 7 a 1 desmedido al pobre Atlanta.

Por último, con la fecha aún fresca hay un reclamo más de justicia, que el dios futbolero tiene sobre el escritorio. El hincha de Quilmes pide venganza por la traición de Mr Smoke Lombardi. Y desde una popular visitante de Tucumán gritaban sacados:

“ya vas a ver,
ya vas a ver,
a Quilmes jugando en primera,
al Cuervo jugando en la B”



sepan disculpar

martes, 3 de abril de 2012

Auto-superación


Desde los 90 –creo- tomó fuerza el concepto de la autoayuda. Esta cuestión, que viene en libros y videos que nos tira la posta, para desde nuestra casa comprendernos mejor a nosotros mismos, las leyes que rigen al mundo y lograr un éxito personal. Siempre tuvo mala prensa así que tampoco hay que volverse loco criticándolo.

Ayer, mientras me bañaba -dolorido por un partido perdido por segunda vez contra los mismos jóvenes y habilidosos rivales-, pensaba que eso que muchos buscan en la autoayuda el fútbol te lo da sólo y sin que se lo pidas.

Quien no ha perdido un partido de fútbol, no conoce sus limitaciones ni sus posibilidades. Quien no ha corrido una pelota larga sin llegar, no conoce la limitación de sus músculos o las virtudes del oficio. Ojo, nadie dice que sea agradable enterarse que uno no es tan bueno; o simplemente que apesta, pero al fútbol no le importa. Y te lo dice desde chico. Desde chico te relega al puesto de marcador lateral, si no sos muy bueno, o de arquero, o simplemente de espectador.

Mi vida con el fútbol fue bastante así. En salita de 5 del Fray Mamerto Esquiu había desafío contra la otra sala. Para mí era cosa seria. No recuerdo mucho del partido. Ganamos con un único gol de un niño llamado Federico, rubio y con el pelo corte “taza”. Yo si bien no conocía las posiciones, diría que jugué de 4. Ya arrancando en el secundario –sin haber estirado y sin darme el porte para marcador central; incursioné en una especie de lateral volante, un carrilero con algo de despliegue, muchas ganas y marca prolija. No muchas virtudes. Tuve que esperar hasta los 15 años para encontrar mi equipo. Un grupo de amigos, un tanto heterogéneo, en el que estaban un par de compañeros de escuela (el Colo y José) y algunos conocidos de ellos. Estaban a mi medida, era alguien en ese equipito de barrio. Jugaba de dos y cerraba siempre barriendo, ponía huevo, fue la primera satisfacción importante y gracias a dios duró bastante.

Mientras pensaba todo esto, se me cruzó por la cabeza que las mujeres nos hacen algo similar. Uno está largo tiempo tratando de encontrar "su equipo", de encontrar la forma de gustar, de jugar ese partido –mucho más difícil- que es ser interesante, “seductor” o lo que sea y a la vez no parecer demasiado desesperado o simplemente pelotudo. También me costó tiempo, pero no pienso contarlo -una goleada por post es suficiente.

Lo que quería rescatar es esa crueldad de la sinceridad que tiene la vida y el fútbol para con nosotros. Si sos malo te lo dice, si no llegás a la pelota larga también. Y te lo dice de mala manera; como la mina que te dice que no le interesás, da media vuelta y se va con una amiga.

De dónde viene tanta reflexión y autocrítica. El partido de ayer, replay del partido de la semana anterior. En el primer partido nos sorprendió el juego de estos pibes –no sólo hábiles, sino también tácticamente inteligentes- y nos comimos bajo la lluvia varios goles impiadosos. Un goleada fea, de la que si hubiera dirigentes de por medio, saldrían a hablar de vergüenza, orgullo y vaya a saber qué más. Golpe duro. Ayer jugamos de nuevo. Mejor armados, con un par de pibes de punta y los demás avisados de sostener una marca férrea. Lo conseguimos, estuvimos abajo en el marcador, empatamos, lo sostuvimos, volvimos a estar abajo y lo emparejamos. Sobre el final, se armó de nuevo esa brecha, nos metieron un gol boludo y al salir a buscarlo nos metieron más.

La sensaciones respecto de una semana atrás fueron distintas. No me fui tan caliente, o no tanto como para no poder escribir. La semana pasada era impotencia, el deseo de una patada criminal –o varias- que hicieran justicia. Pensaba también que cuando se dan esas goleadas son útiles las provocaciones de los vencedores, ya que te permiten enojarte y en un par de manos, olvidar toda la bronca futbolística de un resultado de mierda –afortunados los goleados violentos!!-

Siguiendo con la autoayuda, creo que el fin de esa práctica es muchas veces "conocerse a uno mismo". Bueno, cuando uno mejor se conoce es en la adversidad, incluso cuando no puede superarla. El fútbol es, al respecto, terminante.

Terminaré con una palabra, propia de Charles Bronson, y por lo tanto muy falsa y algo verdadera. REVANCHA. El fútbol, y la vida, siempre te la permiten; tal vez en otra cancha u otro lugar. Pero todo gira o fluye –como diría la autoayuda-, dandonos otros partidos y otras circunstancias; por lo menos hasta que el Barba cierra con el pitido final.

jueves, 8 de marzo de 2012

Mujeres -si pueden con dios hablar-



Cuando era chico pasaba buena parte del tiempo intentando descubrir “cómo” funcionaban las cosas. Por ejemplo, respecto de los alemanes, alcanzaba con saber que eran ordenados, rivales fuertes y peligrosos; pero no tan creativos como nosotros (en mi infancia futbolística tenían la etiqueta de “malos” –como en una película yanqui de 2° Guerra Mundial).

Respecto de las mujeres, nunca hubo mucho lío. Suponía que no les gustaba el fútbol, que veían los partidos sólo en los mundiales –misa pagana si las hay- y que generalmente tenían algún equipo por el que hinchaban en general, sin conocer los detalles de la formación o los resultados semanales.

Mi primer recuerdo que vincula a una mujer y al fútbol, era de una compañera de 4° grado que cantaba en italiano la canción de Italia 90, y la maestra además cada dos por tres la hacía pasar delante de la clase y cantarla. Era flaquita, morocha y a mí me gustaba en silencio. Un año después me cambiaron de colegio.

Fuera de eso, obviamente las mujeres siempre me resultaron más difíciles de entender que el fútbol; pasaron los años y nunca encontré del todo ese “cómo” funcionan las cosas.

Hasta que la conocí. Ya nos gustábamos, ya había algo en el aire.. y hablando de nada, en la casa de un amigo en común, me pregunta de qué cuadro soy. Cuando le digo que de Independiente. La mina suspira casi fastidiada. Declara ser de Racing a mucha honra. A mí no me pareció muy grave, estaba buena y no veía cómo eso podía ser un obstáculo. Con el tiempo, después de haber tenido suerte -el único “cómo” en que pude confiar- descubrí que era una fanática. Que había tenido otros novios de Independiente, que odiaba profundamente a todo lo que tuviera que ver con el rojo y que viviendo con en ella podía ver tranquilo fútbol de primera.

Con el tiempo le fui explicando algunas cosas de táctica, las variables del promedio del descenso, la acompañé a La Casa de Racing a ver el agónico choque con Belgrano por la promoción y escuché como después del pitazo final y la permanencia en primera asegurada, ese grupo de muertos nos puteaban felices de la vida. Un día se puso a jugar a la pelota, juega atrás y viene contenta cada vez que mete un gol o se siente impasable. En fin, quería hablar de mujeres y fútbol en general, sin hablar de botineras, pero uno siempre derrapa… que se le va a hacer.

Para completar, una conversación con Gontan, cuando hacía poco que había conocido a Vale y uno cuenta entusiasmado los pequeños descubrimientos. Como siempre había una cerveza de por medio. Gontan me pregunta si la mina es fanática de verdad. Y yo le digo que sí, dando ejemplos y barbaridades dichas por ella acerca de Independiente. Hago una pausa, “Igual, sabés lo que me dijo??”. “Que si algún día tenemos un hijo, va ser de Independiente, porque el chico debe ser del cuadro del padre”.

Gontan, tipo serio en las cosas importantes, tomó cerveza, me miro fijo y me dijo: “esa, es una buena mujer”.

Por último, estoy contento sabiendo que si algún día nace ese pequeño Boldini, y en vez de pequeño, es “pequeña”; será morocha y desgarbada y tendrá una camisea roja que le quede larga, mientras patea una pelota más grande que ella misma…

jueves, 1 de marzo de 2012

Mi muerto en el placard



Hay ciertos temas que casi siempre terminan metiéndose en todo lo que escribimos por acá.
Nunca nos cansamos de tirarlos sobre la mesa, con cualquier excusa.

Uno que sale mucho, sin dudas entre mis favoritos, es el de los sentimientos del hincha por equipos ajenos al suyo.

Se intentan buscar razones como para explicar el origen de la simpatía, odio, lastima o indiferencia que nos genera la existencia de cualquier club que no sea el nuestro.

En ciertos casos, tales sentimientos surgen al asociar personas que conocemos con sus respectivos clubes.
Hay cierta lógica afectiva que nos hace desear que le vaya bien al cuadro de un ser querido, y mal al de uno que despreciamos. No siempre, claro.

Aunque no creo que en la mayoria de los casos funcione asi.
Generalmente se trata de una decisión arbitraria, carente de todo sentido. Nos cae mal un equipo por los colores que defiende, por un jugador, porque su nombre nos suena horrible, o por demás razones igualmente ridiculas.

En mi caso, agrupo equipos mentalmente en tres grandes y caprichosas categorías.

- Los que me generan cierta simpatía , y no les deseo el mal. Pocos: Gimnasia LP, Huracán, Banfield, Dock Sud.

- Los que podrían dejar de existir sin que eso me afecte en nada y gozan de mi total indiferencia. La gran mayoría. Ej: Olimpo, Estudiantes, Newells, Quilmes, etc.

- Y los que siempre detesté. Por rivalidad histórica: River, y los otros grandes. O por simple odio irracional: Arsenal, All Boys, Colon, Velez.
Sobre todo Velez.

Empecé a odiar a Velez cuando todos los que no somos de Velez comenzamos a odiarlo. Mediados de los 90, cuando dejó de ser chico y ganó todo. Cuando Boca no ganaba ni las copas de verano.

El inicio de ese odio estaba manchado de una envidia muy poco sana, esto hay que decirlo. Creció, a su vez, alimentado por jugadores detestables como Trotta o Chilavert. Puede que Chilavert sea el jugador que mas haya puteado en mi vida; aun cuando, secretamente, lo deseaba en mi equipo. Lo dicho: odio irracional.

El asunto es que no me cae bien Velez.

Muy a pesar de eso, resulta que una vez, alla por 1994, me tocó ponerme su camiseta, jugando para el mejor equipo que alguna vez me haya tocado integrar.

Esa fue la unica vez que me puse una camiseta de un club argentino que no sea el mio. No solo me la puse, sino que la defendí con el alma.

Tal vez eso tambien tenga que ver con mi odio a Velez.

Tal vez tenga guardada esa camiseta en las profundidades de algún cajón.

Eso no importa, lo que quiero dejar claro aca es que odio a Velez.

Y que nunca me comí el chamuyo ese que pone al amor a un paso del odio.

O casi.

jueves, 23 de febrero de 2012

Noche



dedicado a Fede Muller

La enemistad con Brasil es grande. Sólo nos permitimos disfrutar a algunos de sus cracks al verlos en Europa y siempre con alguna puteada a regañadientes al recordarlos con la verde amárela. Ahora bien, hay ALGO que siempre han tenido.

Mi primer recuerdo consciente de este fenómeno, se vincula a mi viejo, contando divertidísimo en una cena que Edmundo, entonces contratación estrella de la Fiore, se había fugado de Italia y lo habían encontrado en medio del carnaval paulista! Uno de los últimos es la línea 0-800 que puso el Fluminense para que la gente llamase avisando si veía a Ronaldinho de joda en medio de la noche brazuca.

Ese amor por la joda, no puede más que generarme fascinación. Por algún motivo, lo siento muy distinto a ver al Ogro Fabbiani en medio de Esperanto. Hay algo de ese sentir; que -siempre mirándolo de afuera- me produce profundo respeto: es esa cuestión de considerar sagrado –como una emergencia familiar grave- LOS DIAS DE CARNAVAL.

Según la leyenda Bulgaria se queda afuera de la final del mundial 94 porque cuando vencieron el duelo de 4tos pasando a semis, festejaron de tal manera que llegaron a al choque con Italia hechos mierda de resaca y joda. Estoy convencido de que esa gente ya ha ganado algo. De lo que no se compra, ni se arregla al arbitro, para conseguirlo. Esa gente sabe algo. E intenta contarnoslo; pero no con palabras.

La última encarnación de ese espíritu fiestero me viene de otro ámbito. Boliche 5 AM, con un amigo en Bs. As. La noche ya no da para más. Propongo irnos. Fede me mira y responde bajito: Yo me quedaría un ratito más. Obviamente nos quedamos, pedimos algo para tomar, nos quedamos ahí moviéndonos poco y casi sin hablar. No me acuerdo cómo, ni porqué sucedió que la fiesta no había terminado. Siguió entrando gente. Cuando parecía que no pasaba nada, siguió habiendo movimiento y gente bailando. Al rato de estar ahí parado e incómodo, descubrí que ya no lo estás. No recuerdo el nombre de la chica –menos aún la cara, ni de que hablamos, ni nada (no es que estuviera tan borracho, es sólo lo que el tiempo se ocupó de borrar y lo que mantuvo nítido); pero lo cierto es que gané gracias a mi amigo, que seguía por ahí dando vuelas con su vaso, medio sonriente, medio en pedo.

Lo otro cierto es que esa noche aprendí algo; hay que saber esperar. Como con el olfato de gol, todo surge de una tozudez en principio estúpida e inexplicable. Que no es más que una convicción. A Fede no le gustaba demasiado el fútbol, sí la noche.

Vaya este post, entonces dedicado a todos aquellos a los que les gusta algo, sea la noche o la pelota, con un amor genuino. Ya que esa es la única manera de conseguir algo (o de mandarla a guardar).

A su mala salud!!!

viernes, 10 de febrero de 2012

Fuego Eterno


Como cuando uno está por llegar a un lugar donde lo espera una mina que le gusta, Como cuando nos estamos por encontrar con un amigo que hace tiempo que no vemos; (mientras veo al “Gordo” Nalbandian poner huevo y huevo en la puta Copa Davis) la ansiedad anida en mi estómago. Silencioso, expectante, mi cabeza tiene una cuenta regresiva en marcha desde hace ya varios días. Espera un pitido; al que indefectiblemente le seguirá el griterío de una hinchada. Y este juego tan hermoso y eterno volverá, de las cenizas, para atraparme -tal vez con más tristezas que alegrías; pero eso ya sabemos, no se elige.

Mientras palpito el comienzo, recuerdo como si fuera muy muy lejos, que he tenido ratos en mi vida en los que no seguía fecha a fecha lo que le pasaba al rojo y a los demás equipos. Siendo objetivo, el fútbol ocupa demasiado espacio en mi vida. Del mismo modo que en mi memoria.

Como tantas cosas que no son del todo saludables pero nos hacen bien, el fútbol es una obsesión hermosa. Pero no es sólo eso, es también un mundo, un tema de conversación, un universo de sentido, un cúmulo de códigos no escritos, chistes y un idioma indescifrablemente encriptado para los no iniciados. Por eso, es tan difícil ser hombre en la Argentina y que no te guste el fútbol.

Varios amigos me vienen a la cabeza. Buenísima gente que hace un esfuerzo por interiorizarse, que no se anima siquiera a referirse con desdén a eso que espontáneamente no lo atrapa. Y lo bien que hacen, porque todos sabemos que no hay nada más insoportable que el que te dice, “no, a mi el fútbol no me gusta” con gesto orgulloso.

Pero hay una instancia más, de este ritual maravilloso, con el paso del verano también vuelven los partidos que juego yo. Mi propio campeonato –en el que según un amigo vamos punteros cómodos-. Ese en el que tratamos a muerte, de no perder, partidos que no valen nada. En los que cada cual desnuda su temperamento –ya sea porque deja todo o porque no lo hace-. En el que rememoramos una semana entera jugadas memorables que sólo vimos 14 personas. Qué otra cosa, sino es un juego, y cómo eso podría no ser eterno.

Un último aviso: que se cuiden los rivales; los Reyes me trajeron botines nuevos -los de la foto-!!!

sábado, 14 de enero de 2012

Barcelona me tiene harto


Era hora de que alguien lo diga. Estuve pensando varios títulos para este post, pero creo que el de arriba es el más esclarecedor y significativo. Tanto es así, que voy a incluir datos de mi vida personal: trabajo en una librería. Hace unos días, entró a la misma un niño enfundado en una camiseta del Barsa –hay montones. En la librería hay a la venta mini libros de distintos clubes. El niño se entusiasmó con uno de Boca. A lo que la cajera, le preguntó de qué cuadro era. Y el niño respondió: de Boca y del Barcelona.

No es la intención caerle al niño. Recuerdo que la primera camiseta de un club extranjero que vi a montones fue la de la Fiore, con la 9 del Bati. Se vendía, incluso, truchada y todo. Sin embargo, nadie decía, soy hincha de la Fiorentina, y si lo decía era mirado por sus pares como un nabo. La televisión, el cable, los videojuegos; han hecho que uno pueda ver por ejemplo, como la descose Ginobilli en vivo, y “simpatizar” con equipos que no tienen nada que ver con uno. Ser HINCHA es muy distinto.

Y yo, sinceramente, debo decir frente al fanatismo popular, NO PUEDO SER HINCHA DEL BARCELONA y aunque Messi sea un fenómeno, no logra –y aparentemente, no logrará nunca- ser mi ídolo.

En la misma librería antes mencionada hay un libro que se llama “Cuando nunca perdíamos”, donde 15 giles de todo el mundo escriben odas de distinto talante y tenor sobre el Barsa.

Vuelvo al niño con la camiseta azulgrana. Seria lindo explicarle a un hijo que la relación con un equipo, no es que gana siempre. No es una inversión. Donde uno elije el que mejor paga. El que más chances tiene. No. Es un lazo, sentimental, que viene de la herencia, de la sangre, el destino o exageraciones por el estilo –y que yo creo, está más vinculado por sufrimiento que por el placer.

Chorearé una vez más a Sacheri. Dice en “El cuadro de Raulito”, que cuando uno llora por un club (en ese caso era Huracán) el lazo ya es inquebrantable.

Ver al Barsa me aburre –no es culpa del Barsa, ojo. Pero no llego a ver un partido entero. Me provoca cierta admiración táctica -cuando veo desde una cámara cenital como se ha hilvanado la jugada que terminó en gol. Pero verlos es como ir a ver Rambo, siempre gana el bueno. Y si algo hemos tenido, como identidad –y en ese sentido Maradona es símbolo- es que nunca dimos el perfil para “los buenos”.

En fin, nada me identifica. Y su infalibilidad no hace más que distanciarme. No tiene que ver con la técnica, tiene que ver con el sentimiento; el mismo que hubiese impedido que el Diego se quedara 5 años en ese equipo tan disciplinado. Él, ya hubiera, mandado a la mierda al Pep, y a esa manga de amanerados, como Fabregas (con su puto nombre, Cesc), Alexis Sánchez que siente se sacó la lotería, a Piqué y a Shakira. Quiero volver a hablar de gente como Maisterra, del Obelisco Pobersnik o del Tero Di Carlo. Quiero gritar un gol colgado del alambrado. Y si no, prefiero sacar ESPN, cambiar de canal y poner una peli, que de última, son más reales.