viernes, 20 de julio de 2012
Volver
Extraño esa voluntad que me invadía cada vez que tenia ganas de venir a decir sin filtro ni prolijidad, lo que me salía de las pelotas.
Se que algún dia volverán esas ganas, pero hoy me chupa un huevo el asunto.
Hoy vengo a decir otra cosa, mucho mas simple.
Hoy vengo a decir GRACIAS MARISCAL, por tanta amistad sin fecha de vencimiento.
Eso nomás.
Tengame paciencia, que ya voy a volver.
Abrazo eterno, pedazo de amigo.
lunes, 2 de julio de 2012
MITOLOGÍAS
domingo, 1 de julio de 2012
La injusticia en el país del injusto…
¿Me sorprenden las declaraciones de Abdo confirmando el arreglo??
¿Me sorprende que Varsky diga que alquien que merece toda su confianza, lo escuchó de la boca de los propios dirigentes de San Lorenzo??
No, no me sorprende, no nos sorprende… y eso es lo más grave.
lunes, 25 de junio de 2012
Alta Suciedad
miércoles, 20 de junio de 2012
Ser campeón
Jueves.
Domingo.
Jueves de semifinal de Libertadores.
Cancha repleta. Clima tenso, pronostico reservado.
El pasado, ahí nomás, lleno de recuerdos gloriosos.
Imborrable todo.
Rival chileno.
Dos goles, que podrían haber sido tres o cuatro.
La esperanza intacta.
Domingo de campeonato.
Arsenal de Sarandí, en esa misma cancha, te mete tres goles.
Que podrían haber sido cuatro, o cinco.
Y te arrebata la punta, a una fecha del final.
Arsenal.
Si, Arsenal.
Y unos días después, cuando sea que toque, habrá que ganarle a Racing.
A como de lugar.
Otra final.
A todo esto, River todavía no define su ascenso, a una fecha del final.
Nunca el fútbol argentino será capaz de repetir esta mezcla de angustia y felicidad toda junta, sucediendo al mismo tiempo.
Y pienso disfrutarlo.
Como que no.
miércoles, 13 de junio de 2012
Milito y el Adios
lunes, 11 de junio de 2012
Nueva Chicago y la Fidelidad
Desde hace un par de años, esta época del año es para mí; como la primavera para los enamorados –en las publicidades de celular-. Desde hace 4 años cada Junio me ilusiono con un logro deportivo que hará sacar el grito desde muy adentro. Apretar el puño de bronca y putear un poco a los cuatro cielos.
sábado, 26 de mayo de 2012
Garrafa, gran perdedor
Son momentos duros para Banfield. El tipo tenía pinta de muchas cosas menos de cineasta, pero contaba entusiasmadísimo como después de un laburo de dos años había terminado junto con dos amigos un documental sobre José Luís Sánchez, el Garrafa. Con eso sólo me compró.
Pocas personas hay que encarnen tan bien a un ídolo. Nada en él era a priori llamativo, pelado, pequeña panza, su nombre y apellidos absolutamente normales. Ahora bien, al acercarse a las historias y anécdotas del mito del Garrafa (que circulan a granel), su figura se engrandece y empezamos a extrañar ese andar cansino.
Parece que se fue a probar a Boca y no quedó porque a los dirigentes no les gustó que fuera en moto, hincha fanático de Laferrere nunca se mudó del barrio y aseguran que cuando salió campeón con Temperley llevaba la camiseta de Lafe mientras daba la vuelta olímpica.
Gracioso, tramposo, amigo del vicio y los barrios bajos, digno exponente de un tango, al que le faltan compositores. No sé ustedes pero yo hoy a las 21.30 hs pienso sentarme tranquilo a ver que se cuenta de ese fenómeno; y si alguno se copa lo veremos juntos.
La última. Cuando en la entrevista le piden el director del documental que lo defina, el tipo hizo una pausa y dijo tres palabras que terminaron de convencerme y me tienen en vilo desde hace un mes: era “Un Perdedor Adorable”. Si uno de los requisitos del mito es la capacidad de identificación; creo que está todo dicho.
jueves, 12 de abril de 2012
Libertadores
La primera Libertadores que festejé fue en el 2000.
Por aquel entonces, iba a la cancha casi siempre, salvo algún que otro partido muy lejano de visitante.
Boca había empatado la primera final con Palmeiras, de local.
Era la época del 1 a 1, cuando viajar no costaba tanto.
Yo ya había decidido con un amigo, antes de aquel primer partido, viajar a Brasil para la revancha.
El asunto se suspendió después de aquel empate.
Era la época, también, en la cual resultaba casi imposible ganarle a un equipo brasilero de visitante.
Pocas veces en mi vida me arrepentí tanto de una decisión.
El asunto es que hoy, viendo a Boca jugando en Brasil, me acordé de aquel partido.
De como Román la descosió y se recibió de ídolo. Del penal de Bermúdez. De gritar hasta perder la voz.
Y volví a creer.
Mientras tanto, River le ganaba a Quilmes por la Copa Argentina.
No podría vivir sin esto.
Nada mas.
Nada menos.
domingo, 8 de abril de 2012
Justicia
No le deseo el mal a nadie, pero cuando algunos poderes son muy obscenos, sólo podés ponerte en la vereda de enfrente. Eso me pasó al ver el penal inexistente que le dan a River.
Una historia que ya vi mil veces. Cambiando de escenarios, predominantemente en la Boca o el Monumental.
Por eso, que Cavenaghi la haya tirado tan a la mierda, fue hermoso. Más incluso que el golazo de Atlanta. Del mismo modo disfruté cada partido que Silva (habilitado por la ventana) estuvo sin meterla. Obviamente la justicia no existe –ya lo sabemos- y en casi todos los mundos posibles Cavenaghi le hubiera roto el arco al bohemio y Silva sería el goleador del campeonato. Pero no pasó, y la injusticia se aplazó un rato. En el caso de River creo que está pagando lo que hace medio año fue un abuso, el 7 a 1 desmedido al pobre Atlanta.
Por último, con la fecha aún fresca hay un reclamo más de justicia, que el dios futbolero tiene sobre el escritorio. El hincha de Quilmes pide venganza por la traición de Mr Smoke Lombardi. Y desde una popular visitante de Tucumán gritaban sacados:
“ya vas a ver,
ya vas a ver,
a Quilmes jugando en primera,
al Cuervo jugando en la B”
sepan disculpar
martes, 3 de abril de 2012
Auto-superación
Desde los 90 –creo- tomó fuerza el concepto de la autoayuda. Esta cuestión, que viene en libros y videos que nos tira la posta, para desde nuestra casa comprendernos mejor a nosotros mismos, las leyes que rigen al mundo y lograr un éxito personal. Siempre tuvo mala prensa así que tampoco hay que volverse loco criticándolo.
Ayer, mientras me bañaba -dolorido por un partido perdido por segunda vez contra los mismos jóvenes y habilidosos rivales-, pensaba que eso que muchos buscan en la autoayuda el fútbol te lo da sólo y sin que se lo pidas.
Quien no ha perdido un partido de fútbol, no conoce sus limitaciones ni sus posibilidades. Quien no ha corrido una pelota larga sin llegar, no conoce la limitación de sus músculos o las virtudes del oficio. Ojo, nadie dice que sea agradable enterarse que uno no es tan bueno; o simplemente que apesta, pero al fútbol no le importa. Y te lo dice desde chico. Desde chico te relega al puesto de marcador lateral, si no sos muy bueno, o de arquero, o simplemente de espectador.
Mi vida con el fútbol fue bastante así. En salita de 5 del Fray Mamerto Esquiu había desafío contra la otra sala. Para mí era cosa seria. No recuerdo mucho del partido. Ganamos con un único gol de un niño llamado Federico, rubio y con el pelo corte “taza”. Yo si bien no conocía las posiciones, diría que jugué de 4. Ya arrancando en el secundario –sin haber estirado y sin darme el porte para marcador central; incursioné en una especie de lateral volante, un carrilero con algo de despliegue, muchas ganas y marca prolija. No muchas virtudes. Tuve que esperar hasta los 15 años para encontrar mi equipo. Un grupo de amigos, un tanto heterogéneo, en el que estaban un par de compañeros de escuela (el Colo y José) y algunos conocidos de ellos. Estaban a mi medida, era alguien en ese equipito de barrio. Jugaba de dos y cerraba siempre barriendo, ponía huevo, fue la primera satisfacción importante y gracias a dios duró bastante.
Mientras pensaba todo esto, se me cruzó por la cabeza que las mujeres nos hacen algo similar. Uno está largo tiempo tratando de encontrar "su equipo", de encontrar la forma de gustar, de jugar ese partido –mucho más difícil- que es ser interesante, “seductor” o lo que sea y a la vez no parecer demasiado desesperado o simplemente pelotudo. También me costó tiempo, pero no pienso contarlo -una goleada por post es suficiente.
Lo que quería rescatar es esa crueldad de la sinceridad que tiene la vida y el fútbol para con nosotros. Si sos malo te lo dice, si no llegás a la pelota larga también. Y te lo dice de mala manera; como la mina que te dice que no le interesás, da media vuelta y se va con una amiga.
De dónde viene tanta reflexión y autocrítica. El partido de ayer, replay del partido de la semana anterior. En el primer partido nos sorprendió el juego de estos pibes –no sólo hábiles, sino también tácticamente inteligentes- y nos comimos bajo la lluvia varios goles impiadosos. Un goleada fea, de la que si hubiera dirigentes de por medio, saldrían a hablar de vergüenza, orgullo y vaya a saber qué más. Golpe duro. Ayer jugamos de nuevo. Mejor armados, con un par de pibes de punta y los demás avisados de sostener una marca férrea. Lo conseguimos, estuvimos abajo en el marcador, empatamos, lo sostuvimos, volvimos a estar abajo y lo emparejamos. Sobre el final, se armó de nuevo esa brecha, nos metieron un gol boludo y al salir a buscarlo nos metieron más.
La sensaciones respecto de una semana atrás fueron distintas. No me fui tan caliente, o no tanto como para no poder escribir. La semana pasada era impotencia, el deseo de una patada criminal –o varias- que hicieran justicia. Pensaba también que cuando se dan esas goleadas son útiles las provocaciones de los vencedores, ya que te permiten enojarte y en un par de manos, olvidar toda la bronca futbolística de un resultado de mierda –afortunados los goleados violentos!!-
Siguiendo con la autoayuda, creo que el fin de esa práctica es muchas veces "conocerse a uno mismo". Bueno, cuando uno mejor se conoce es en la adversidad, incluso cuando no puede superarla. El fútbol es, al respecto, terminante.
Terminaré con una palabra, propia de Charles Bronson, y por lo tanto muy falsa y algo verdadera. REVANCHA. El fútbol, y la vida, siempre te la permiten; tal vez en otra cancha u otro lugar. Pero todo gira o fluye –como diría la autoayuda-, dandonos otros partidos y otras circunstancias; por lo menos hasta que el Barba cierra con el pitido final.
jueves, 8 de marzo de 2012
Mujeres -si pueden con dios hablar-
Cuando era chico pasaba buena parte del tiempo intentando descubrir “cómo” funcionaban las cosas. Por ejemplo, respecto de los alemanes, alcanzaba con saber que eran ordenados, rivales fuertes y peligrosos; pero no tan creativos como nosotros (en mi infancia futbolística tenían la etiqueta de “malos” –como en una película yanqui de 2° Guerra Mundial).
Respecto de las mujeres, nunca hubo mucho lío. Suponía que no les gustaba el fútbol, que veían los partidos sólo en los mundiales –misa pagana si las hay- y que generalmente tenían algún equipo por el que hinchaban en general, sin conocer los detalles de la formación o los resultados semanales.
Mi primer recuerdo que vincula a una mujer y al fútbol, era de una compañera de 4° grado que cantaba en italiano la canción de Italia 90, y la maestra además cada dos por tres la hacía pasar delante de la clase y cantarla. Era flaquita, morocha y a mí me gustaba en silencio. Un año después me cambiaron de colegio.
Fuera de eso, obviamente las mujeres siempre me resultaron más difíciles de entender que el fútbol; pasaron los años y nunca encontré del todo ese “cómo” funcionan las cosas.
Hasta que la conocí. Ya nos gustábamos, ya había algo en el aire.. y hablando de nada, en la casa de un amigo en común, me pregunta de qué cuadro soy. Cuando le digo que de Independiente. La mina suspira casi fastidiada. Declara ser de Racing a mucha honra. A mí no me pareció muy grave, estaba buena y no veía cómo eso podía ser un obstáculo. Con el tiempo, después de haber tenido suerte -el único “cómo” en que pude confiar- descubrí que era una fanática. Que había tenido otros novios de Independiente, que odiaba profundamente a todo lo que tuviera que ver con el rojo y que viviendo con en ella podía ver tranquilo fútbol de primera.
Con el tiempo le fui explicando algunas cosas de táctica, las variables del promedio del descenso, la acompañé a La Casa de Racing a ver el agónico choque con Belgrano por la promoción y escuché como después del pitazo final y la permanencia en primera asegurada, ese grupo de muertos nos puteaban felices de la vida. Un día se puso a jugar a la pelota, juega atrás y viene contenta cada vez que mete un gol o se siente impasable. En fin, quería hablar de mujeres y fútbol en general, sin hablar de botineras, pero uno siempre derrapa… que se le va a hacer.
Para completar, una conversación con Gontan, cuando hacía poco que había conocido a Vale y uno cuenta entusiasmado los pequeños descubrimientos. Como siempre había una cerveza de por medio. Gontan me pregunta si la mina es fanática de verdad. Y yo le digo que sí, dando ejemplos y barbaridades dichas por ella acerca de Independiente. Hago una pausa, “Igual, sabés lo que me dijo??”. “Que si algún día tenemos un hijo, va ser de Independiente, porque el chico debe ser del cuadro del padre”.
Gontan, tipo serio en las cosas importantes, tomó cerveza, me miro fijo y me dijo: “esa, es una buena mujer”.
Por último, estoy contento sabiendo que si algún día nace ese pequeño Boldini, y en vez de pequeño, es “pequeña”; será morocha y desgarbada y tendrá una camisea roja que le quede larga, mientras patea una pelota más grande que ella misma…
jueves, 1 de marzo de 2012
Mi muerto en el placard
Hay ciertos temas que casi siempre terminan metiéndose en todo lo que escribimos por acá.
Nunca nos cansamos de tirarlos sobre la mesa, con cualquier excusa.
Uno que sale mucho, sin dudas entre mis favoritos, es el de los sentimientos del hincha por equipos ajenos al suyo.
Se intentan buscar razones como para explicar el origen de la simpatía, odio, lastima o indiferencia que nos genera la existencia de cualquier club que no sea el nuestro.
En ciertos casos, tales sentimientos surgen al asociar personas que conocemos con sus respectivos clubes.
Hay cierta lógica afectiva que nos hace desear que le vaya bien al cuadro de un ser querido, y mal al de uno que despreciamos. No siempre, claro.
Aunque no creo que en la mayoria de los casos funcione asi.
Generalmente se trata de una decisión arbitraria, carente de todo sentido. Nos cae mal un equipo por los colores que defiende, por un jugador, porque su nombre nos suena horrible, o por demás razones igualmente ridiculas.
En mi caso, agrupo equipos mentalmente en tres grandes y caprichosas categorías.
- Los que me generan cierta simpatía , y no les deseo el mal. Pocos: Gimnasia LP, Huracán, Banfield, Dock Sud.
- Los que podrían dejar de existir sin que eso me afecte en nada y gozan de mi total indiferencia. La gran mayoría. Ej: Olimpo, Estudiantes, Newells, Quilmes, etc.
- Y los que siempre detesté. Por rivalidad histórica: River, y los otros grandes. O por simple odio irracional: Arsenal, All Boys, Colon, Velez.
Sobre todo Velez.
Empecé a odiar a Velez cuando todos los que no somos de Velez comenzamos a odiarlo. Mediados de los 90, cuando dejó de ser chico y ganó todo. Cuando Boca no ganaba ni las copas de verano.
El inicio de ese odio estaba manchado de una envidia muy poco sana, esto hay que decirlo. Creció, a su vez, alimentado por jugadores detestables como Trotta o Chilavert. Puede que Chilavert sea el jugador que mas haya puteado en mi vida; aun cuando, secretamente, lo deseaba en mi equipo. Lo dicho: odio irracional.
El asunto es que no me cae bien Velez.
Muy a pesar de eso, resulta que una vez, alla por 1994, me tocó ponerme su camiseta, jugando para el mejor equipo que alguna vez me haya tocado integrar.
Esa fue la unica vez que me puse una camiseta de un club argentino que no sea el mio. No solo me la puse, sino que la defendí con el alma.
Tal vez eso tambien tenga que ver con mi odio a Velez.
Tal vez tenga guardada esa camiseta en las profundidades de algún cajón.
Eso no importa, lo que quiero dejar claro aca es que odio a Velez.
Y que nunca me comí el chamuyo ese que pone al amor a un paso del odio.
O casi.
jueves, 23 de febrero de 2012
Noche
dedicado a Fede Muller
La enemistad con Brasil es grande. Sólo nos permitimos disfrutar a algunos de sus cracks al verlos en Europa y siempre con alguna puteada a regañadientes al recordarlos con la verde amárela. Ahora bien, hay ALGO que siempre han tenido.
Mi primer recuerdo consciente de este fenómeno, se vincula a mi viejo, contando divertidísimo en una cena que Edmundo, entonces contratación estrella de la Fiore, se había fugado de Italia y lo habían encontrado en medio del carnaval paulista! Uno de los últimos es la línea 0-800 que puso el Fluminense para que la gente llamase avisando si veía a Ronaldinho de joda en medio de la noche brazuca.
Ese amor por la joda, no puede más que generarme fascinación. Por algún motivo, lo siento muy distinto a ver al Ogro Fabbiani en medio de Esperanto. Hay algo de ese sentir; que -siempre mirándolo de afuera- me produce profundo respeto: es esa cuestión de considerar sagrado –como una emergencia familiar grave- LOS DIAS DE CARNAVAL.
Según la leyenda Bulgaria se queda afuera de la final del mundial 94 porque cuando vencieron el duelo de 4tos pasando a semis, festejaron de tal manera que llegaron a al choque con Italia hechos mierda de resaca y joda. Estoy convencido de que esa gente ya ha ganado algo. De lo que no se compra, ni se arregla al arbitro, para conseguirlo. Esa gente sabe algo. E intenta contarnoslo; pero no con palabras.
La última encarnación de ese espíritu fiestero me viene de otro ámbito. Boliche 5 AM, con un amigo en Bs. As. La noche ya no da para más. Propongo irnos. Fede me mira y responde bajito: Yo me quedaría un ratito más. Obviamente nos quedamos, pedimos algo para tomar, nos quedamos ahí moviéndonos poco y casi sin hablar. No me acuerdo cómo, ni porqué sucedió que la fiesta no había terminado. Siguió entrando gente. Cuando parecía que no pasaba nada, siguió habiendo movimiento y gente bailando. Al rato de estar ahí parado e incómodo, descubrí que ya no lo estás. No recuerdo el nombre de la chica –menos aún la cara, ni de que hablamos, ni nada (no es que estuviera tan borracho, es sólo lo que el tiempo se ocupó de borrar y lo que mantuvo nítido); pero lo cierto es que gané gracias a mi amigo, que seguía por ahí dando vuelas con su vaso, medio sonriente, medio en pedo.
Lo otro cierto es que esa noche aprendí algo; hay que saber esperar. Como con el olfato de gol, todo surge de una tozudez en principio estúpida e inexplicable. Que no es más que una convicción. A Fede no le gustaba demasiado el fútbol, sí la noche.
Vaya este post, entonces dedicado a todos aquellos a los que les gusta algo, sea la noche o la pelota, con un amor genuino. Ya que esa es la única manera de conseguir algo (o de mandarla a guardar).
A su mala salud!!!
viernes, 10 de febrero de 2012
Fuego Eterno
Como cuando uno está por llegar a un lugar donde lo espera una mina que le gusta, Como cuando nos estamos por encontrar con un amigo que hace tiempo que no vemos; (mientras veo al “Gordo” Nalbandian poner huevo y huevo en la puta Copa Davis) la ansiedad anida en mi estómago. Silencioso, expectante, mi cabeza tiene una cuenta regresiva en marcha desde hace ya varios días. Espera un pitido; al que indefectiblemente le seguirá el griterío de una hinchada. Y este juego tan hermoso y eterno volverá, de las cenizas, para atraparme -tal vez con más tristezas que alegrías; pero eso ya sabemos, no se elige.
Mientras palpito el comienzo, recuerdo como si fuera muy muy lejos, que he tenido ratos en mi vida en los que no seguía fecha a fecha lo que le pasaba al rojo y a los demás equipos. Siendo objetivo, el fútbol ocupa demasiado espacio en mi vida. Del mismo modo que en mi memoria.
Como tantas cosas que no son del todo saludables pero nos hacen bien, el fútbol es una obsesión hermosa. Pero no es sólo eso, es también un mundo, un tema de conversación, un universo de sentido, un cúmulo de códigos no escritos, chistes y un idioma indescifrablemente encriptado para los no iniciados. Por eso, es tan difícil ser hombre en la Argentina y que no te guste el fútbol.
Varios amigos me vienen a la cabeza. Buenísima gente que hace un esfuerzo por interiorizarse, que no se anima siquiera a referirse con desdén a eso que espontáneamente no lo atrapa. Y lo bien que hacen, porque todos sabemos que no hay nada más insoportable que el que te dice, “no, a mi el fútbol no me gusta” con gesto orgulloso.
Pero hay una instancia más, de este ritual maravilloso, con el paso del verano también vuelven los partidos que juego yo. Mi propio campeonato –en el que según un amigo vamos punteros cómodos-. Ese en el que tratamos a muerte, de no perder, partidos que no valen nada. En los que cada cual desnuda su temperamento –ya sea porque deja todo o porque no lo hace-. En el que rememoramos una semana entera jugadas memorables que sólo vimos 14 personas. Qué otra cosa, sino es un juego, y cómo eso podría no ser eterno.
Un último aviso: que se cuiden los rivales; los Reyes me trajeron botines nuevos -los de la foto-!!!
sábado, 14 de enero de 2012
Barcelona me tiene harto
Era hora de que alguien lo diga. Estuve pensando varios títulos para este post, pero creo que el de arriba es el más esclarecedor y significativo. Tanto es así, que voy a incluir datos de mi vida personal: trabajo en una librería. Hace unos días, entró a la misma un niño enfundado en una camiseta del Barsa –hay montones. En la librería hay a la venta mini libros de distintos clubes. El niño se entusiasmó con uno de Boca. A lo que la cajera, le preguntó de qué cuadro era. Y el niño respondió: de Boca y del Barcelona.
No es la intención caerle al niño. Recuerdo que la primera camiseta de un club extranjero que vi a montones fue la de la Fiore, con la 9 del Bati. Se vendía, incluso, truchada y todo. Sin embargo, nadie decía, soy hincha de la Fiorentina, y si lo decía era mirado por sus pares como un nabo. La televisión, el cable, los videojuegos; han hecho que uno pueda ver por ejemplo, como la descose Ginobilli en vivo, y “simpatizar” con equipos que no tienen nada que ver con uno. Ser HINCHA es muy distinto.
Y yo, sinceramente, debo decir frente al fanatismo popular, NO PUEDO SER HINCHA DEL BARCELONA y aunque Messi sea un fenómeno, no logra –y aparentemente, no logrará nunca- ser mi ídolo.
En la misma librería antes mencionada hay un libro que se llama “Cuando nunca perdíamos”, donde 15 giles de todo el mundo escriben odas de distinto talante y tenor sobre el Barsa.
Vuelvo al niño con la camiseta azulgrana. Seria lindo explicarle a un hijo que la relación con un equipo, no es que gana siempre. No es una inversión. Donde uno elije el que mejor paga. El que más chances tiene. No. Es un lazo, sentimental, que viene de la herencia, de la sangre, el destino o exageraciones por el estilo –y que yo creo, está más vinculado por sufrimiento que por el placer.
Chorearé una vez más a Sacheri. Dice en “El cuadro de Raulito”, que cuando uno llora por un club (en ese caso era Huracán) el lazo ya es inquebrantable.
Ver al Barsa me aburre –no es culpa del Barsa, ojo. Pero no llego a ver un partido entero. Me provoca cierta admiración táctica -cuando veo desde una cámara cenital como se ha hilvanado la jugada que terminó en gol. Pero verlos es como ir a ver Rambo, siempre gana el bueno. Y si algo hemos tenido, como identidad –y en ese sentido Maradona es símbolo- es que nunca dimos el perfil para “los buenos”.
En fin, nada me identifica. Y su infalibilidad no hace más que distanciarme. No tiene que ver con la técnica, tiene que ver con el sentimiento; el mismo que hubiese impedido que el Diego se quedara 5 años en ese equipo tan disciplinado. Él, ya hubiera, mandado a la mierda al Pep, y a esa manga de amanerados, como Fabregas (con su puto nombre, Cesc), Alexis Sánchez que siente se sacó la lotería, a Piqué y a Shakira. Quiero volver a hablar de gente como Maisterra, del Obelisco Pobersnik o del Tero Di Carlo. Quiero gritar un gol colgado del alambrado. Y si no, prefiero sacar ESPN, cambiar de canal y poner una peli, que de última, son más reales.