lunes, 9 de junio de 2014

El fulbo y el fin del mundo

Hoy estamos aquí para despertarnos a una nueva verdad.

El mundial que se viene –ese que aunque no queramos ya nos empieza a angustiar- es, sin lugar a dudas, un mundial post apocalíptico.

Por varios motivos.

Así como en las películas futuristas hechas en los años 80 los autos volaban y uno, a quince años del 2000, descubre que los avances tecnológicos sólo llegaron a celulares que filman en HD pero se quedan sin batería; con este APOCALIPSIS del que hablo pasa algo similar.

Como diría el Indio, el futuro llegó como vos no lo esperabas...

A mí, como otras cosas importantes, me lo hizo descubrir Silvio (amigo chileno, ex hincha de San Lorenzo y que sólo mira el fútbol para molestar a los demás –muy buen arquero si no ha fumado antes jajaj). Hablábamos en el  2011 acerca del 2012, fantaseando una agenda breve oportuna para ese año, y el gran Silvio después de pensar un poco dice, que la agenda tenía que incluir algo sobre el 2014. En el 2012 terminaba el mundo, dos años después era el mundial en Brasil.

Ni el fin del mundo podía suspender semejante evento. Y más para nosotros. Para un Argentino, un mundial en Brasil es un evento más que único. Incomparable. Creo que el cometa Halley que pasa cada mil años es la nada al lado de eso.

Repasemos,
estamos hablando de a) Un mundial b) se puede ir por tierra c) en Brasil, la idealización -falsa o no, laburo para algún sociólogo- de la joda y la vida bien vivida d) ese hermoso espejismo al final del camino, salirle campeón en la cara y de visitante al rival al que más gusta ganarle..

El asunto es que para todo esto solo faltan 4 días.

y el asunto es que yo (y un par de giles amigos, han confesado compartir sentimiento), no logro auténticamente –sin mentirme- entusiasmarme de corazón.

La selección es correctísima, prolija como su DT, pero no desata pasiones (no están Diego, ni Sudafrica ni las mil y unas coincidencias, ni siquiera el puto del pulpo paul).
Esto señores, y no otra cosa es el Apocalipsis. El más grande banquete y uno sin hambre. La noche de tu vida, la fiesta soñada, donde está la mujer con la que siempre quisiste estar. Y vos tenés resaca.

Ojo, no crean que no estoy entusiasmado. Si algo te enseña el fútbol es que como hincha uno siempre tiene esperanza, SIEMPRE, incluso no queriendo.

El hincha es un adicto en recuperación, que nunca se recupera y nunca deja de intentarlo.

Bueno hacia allá vamos, con estas sensaciones encontradas. Y que nadie me reproche estás palabras si dentro de un mes y medio me ven como loco saltando en la plaza o en el obelisco, enajenado.

Esto es fulbo señores!!!


miércoles, 9 de abril de 2014

Y dale con Pernía

Hace un par de días mi sobrino sub 10 me pidió que le compre un sobre de cartas de fútbol.

Cartas, dijo, y sobre. En el kiosco.

Pensando que el confundido era él, pregunté si se trataba de figuritas, de las que llenan un álbum.

No.

Cartas, tío. Las de la Champions.

NI figuritas, ni mundial. Cartas. Champions League.

Algo desorientado, encaré al kiosquero.

- Tenés las cartas de la Champions? Tengo, me dijo. 9 pesos el sobre, capo.

Volví con cinco sobres, algo resentido con el costo y todavía sin entender del todo el concepto del producto adquirido.

El pibe abrió el primer sobre violentamente, con la esperanza de encontrar alguna"carta" difícil que no tenía en su pilón.

Protestó al ver una de Tevez, con la diez de la Juve. Esta es difícil pero ya la tengo, se lamentó.

La carta, que para mi no dejaba de ser una figurita, estaba cruzada por unas letras plateadas, de esas que  brillan más al moverlas cuando les pega la luz.

"Game changer" decía, supongo que a modo de categoría.

Jugador distinto, traduje mentalmente.  Inmediatamente recordé ese festejo en la cancha de River, agitando los brazos. También me acordé del West Ham zafando del descenso. Y de como carajo hace un argentino para ser ídolo en Brasil.

Y ahí paré.

Porque, me dije, no tiene sentido sufrir por causas imposibles.

La justicia sólo aplica para mariscales de campo en películas de Hollywood.

Casi siempre.

Abrazo grande, Carlitos.