miércoles, 9 de abril de 2014

Y dale con Pernía

Hace un par de días mi sobrino sub 10 me pidió que le compre un sobre de cartas de fútbol.

Cartas, dijo, y sobre. En el kiosco.

Pensando que el confundido era él, pregunté si se trataba de figuritas, de las que llenan un álbum.

No.

Cartas, tío. Las de la Champions.

NI figuritas, ni mundial. Cartas. Champions League.

Algo desorientado, encaré al kiosquero.

- Tenés las cartas de la Champions? Tengo, me dijo. 9 pesos el sobre, capo.

Volví con cinco sobres, algo resentido con el costo y todavía sin entender del todo el concepto del producto adquirido.

El pibe abrió el primer sobre violentamente, con la esperanza de encontrar alguna"carta" difícil que no tenía en su pilón.

Protestó al ver una de Tevez, con la diez de la Juve. Esta es difícil pero ya la tengo, se lamentó.

La carta, que para mi no dejaba de ser una figurita, estaba cruzada por unas letras plateadas, de esas que  brillan más al moverlas cuando les pega la luz.

"Game changer" decía, supongo que a modo de categoría.

Jugador distinto, traduje mentalmente.  Inmediatamente recordé ese festejo en la cancha de River, agitando los brazos. También me acordé del West Ham zafando del descenso. Y de como carajo hace un argentino para ser ídolo en Brasil.

Y ahí paré.

Porque, me dije, no tiene sentido sufrir por causas imposibles.

La justicia sólo aplica para mariscales de campo en películas de Hollywood.

Casi siempre.

Abrazo grande, Carlitos.