viernes, 10 de febrero de 2012

Fuego Eterno


Como cuando uno está por llegar a un lugar donde lo espera una mina que le gusta, Como cuando nos estamos por encontrar con un amigo que hace tiempo que no vemos; (mientras veo al “Gordo” Nalbandian poner huevo y huevo en la puta Copa Davis) la ansiedad anida en mi estómago. Silencioso, expectante, mi cabeza tiene una cuenta regresiva en marcha desde hace ya varios días. Espera un pitido; al que indefectiblemente le seguirá el griterío de una hinchada. Y este juego tan hermoso y eterno volverá, de las cenizas, para atraparme -tal vez con más tristezas que alegrías; pero eso ya sabemos, no se elige.

Mientras palpito el comienzo, recuerdo como si fuera muy muy lejos, que he tenido ratos en mi vida en los que no seguía fecha a fecha lo que le pasaba al rojo y a los demás equipos. Siendo objetivo, el fútbol ocupa demasiado espacio en mi vida. Del mismo modo que en mi memoria.

Como tantas cosas que no son del todo saludables pero nos hacen bien, el fútbol es una obsesión hermosa. Pero no es sólo eso, es también un mundo, un tema de conversación, un universo de sentido, un cúmulo de códigos no escritos, chistes y un idioma indescifrablemente encriptado para los no iniciados. Por eso, es tan difícil ser hombre en la Argentina y que no te guste el fútbol.

Varios amigos me vienen a la cabeza. Buenísima gente que hace un esfuerzo por interiorizarse, que no se anima siquiera a referirse con desdén a eso que espontáneamente no lo atrapa. Y lo bien que hacen, porque todos sabemos que no hay nada más insoportable que el que te dice, “no, a mi el fútbol no me gusta” con gesto orgulloso.

Pero hay una instancia más, de este ritual maravilloso, con el paso del verano también vuelven los partidos que juego yo. Mi propio campeonato –en el que según un amigo vamos punteros cómodos-. Ese en el que tratamos a muerte, de no perder, partidos que no valen nada. En los que cada cual desnuda su temperamento –ya sea porque deja todo o porque no lo hace-. En el que rememoramos una semana entera jugadas memorables que sólo vimos 14 personas. Qué otra cosa, sino es un juego, y cómo eso podría no ser eterno.

Un último aviso: que se cuiden los rivales; los Reyes me trajeron botines nuevos -los de la foto-!!!

1 comentario:

  1. Pero que manera de irte al carajo Mariscal.
    Maravilloso.
    Voy a imprimir esto, para que me lo firmes.
    No soy digno de entrar en esta casa, pero una palabra tuya bastara para sanarme (?).
    Te quiero Boldini.

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