lunes, 2 de julio de 2012

MITOLOGÍAS


Siempre me fascinó Chicago porqué entre otras cosas siempre lo sentí capaz de lograr lo absolutamente improbable. De ganar con huevos lo que tal vez previamente no era tan obvio que se mereciese. Aunque una vez terminado el partido ya no queden dudas.

Empecé a sentirlo como un hecho inapelable, en aquella final del reducido 2006 para ascender contra el buen Belgrano. Cuando Chicago levanta en dos tiempos suplementarios un 0-3 abajo impresionante, por el marco –el Chateau estallado-, la instancia definitoria y la distancia del resultado.

Si bien tiene que haber huevos en cantidad importante, me negué a creer que fuera sólo eso. Había algo más. Cuando lo improbable se hace costumbre, nace el mito.

La tarde del sábado fue igual. Abandonamos esa sombra asquerosa que es la B Metropolitana, triste y oscura es como un limbo, una nada a la que nos habían condenado un tanto injustamente –ya expliqué el porqué de este sentir en post anterior.

Pero nada es fácil, al menos en ese mundo donde se maneja Chicago, si bien había dominado la serie con solvencia, a 10 minutos del final, se vino la noche. Del gol errado al penal indiscutible y las manos vacías. En las caras de algunos de los de Chicago ya aparecían las futuras lagrimas de impotencia. Jugadores que se cubrían la cara con la camiseta o estaban tirados en el piso. Todo se desvanecía y había que volver a la injusta B Metropolitana. Nada hacía entrar en las probabilidades que el arquero lo atajara. El de Chaca no lo pateo mal, fue fuerte, un poco a media altura, nada más. El aquero Monllor, de apellido impronunciable, voló, la paró con la mano, la rozó con su pierna –siempre sobre la línea como, la peli Match Point- y la terminó atenazando contra el suelo. No queda mucho que decir, ya todos lo habrán visto.

Pese a todo banco al Tano Pascini que salió a gritar el gol desaforado (si alguna chance tuvo Chaca, fue por él); dolía escuchar la sinceridad de su tristeza diciendo un rao más tarde que en ese momento no quería dirigir nunca más, que la vida le había dado la espalda.

Se terminan las promociones –espero-, pero no las hazañas! Lo más parecido que vi en mi vida, viene de la ficción: Rocky Balboa en la uno –la verdaderamente buena-. Torpe y con huevos. Con un buen cross de zurda y no mucho más. Pero con eso y yendo al frente, daba miedo.

Que más decir de Chicago, sino que me ha dado mi alegría de fin de campeonato. Con mil problemas a cuestas volvió al Nacional B y alimentó el mito, el de las finales gloriosas y el nunca lo des por muerto. Se vendrán otros problemas y probablemente haya que reventar la bocha e ir a buscar un rebote. Los héroes no son perfectos.

Pero bueh, son ese amigo que iremos a buscar para bancar la parada difícil, con el que volves confiado caminando de noche por el medio de la plaza. Muy de barrio. De Mataderos.

1 comentario:

  1. El sábado pasado terminé exhausto como si hubiera visto la final de un mundial (en el que Argentina era finalista claro!) Sin embargo, era la definición de la promoción de la b nacional o de la b metropolitana (como más les guste). Nunca vi algo así. Arranqué hinchando por Chicago, racionalmente lo merecía, había hecho una gran campaña, y había jugado mejor los dos partidos de la promoción. Cuando le dieron el penal a Chacarita, sentí que era la injusticia hecha partido, ya me estaba lamentando por Chicago... Hasta que erran el penal, y ahí nomás sufrí por la gente de Chacarita, ese hombre gritando el gol (yo también banco al Tano Pascini)... Es el fútbol señores, por suerte quedan estas cosas.

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