jueves, 14 de octubre de 2010

Festejos



Ayer Chicha lloró. Lloraba con una sonrisa y nos abrazamos. Es raro lo que tanta televisión y tantas cámaras nos generan. Sufrimos como cuando te adicionan cinco de descuento. Pero al final vino el abrazo tranquilizador. Esos 33 (que en algún momentos se creía habían desaparecido) estaban afuera. Ahora comenzará la gilada, como las notas pos partidos de Titi y Bendetto.

Yo me senté pensando en Chile, el fútbol y los milagros. Y diez segundos más tardes vino a mi mente una imagen.

Cuando el Chileno Salas llegó a River, era suplente y el equipo era una maquinita de ganar. El tipo entraba a los 20 del segundo tiempo, y sabías que un gol metía. Mi viejo -hincha de River y defensor pesado del buen fútbol- se salía de la silla para marcarme como cada mano a mano que el 11 definía entraba pegado a un palo.

De algún modo me hice hincha suyo (como lo soy de Tevez) y lo vi en el mundial 98 con Zamorano, y un poco antes campeón en Lazio. Finalmente me dio mucha pena verlo volver a un River devaluado, ya gastado, sin ese pique corto y sin poder disfrutar de la grandeza que creo que se merecía. Pero así es la cosa, los años no se gambetean y después sólo te quedan los videos presentados por Souto o Walter Zafarián.

Todo termina igual, rodilla en tierra, con un dedo indice señalando los dominios del barba.

2 comentarios:

  1. Me gusta imaginarlo gritando un gol de Tevez con la de Boca.
    Milagros del fobal.

    ResponderEliminar
  2. Los goles se gritan por la camiseta amigo, eso no se cambia y es parte de su decalogo del post anterior jajaja

    igual tengo una pequeña y extraña lista personal de jugadores que uno quiere más allá de los colores.

    Y ya que no puede dejar sus colores de lado, le recuerdo que el matador primero iba a ir a Boca y Bilardo le bajó el pulgar.

    Le mando un abrazo de color rojo fuerte

    ResponderEliminar