sábado, 1 de octubre de 2011

Vos porque no lo viste



Por El Mariscal Boldini

Como corresponde, ya me estoy preparando para cuando sea viejo.

Y entre tantas cosas que ya creo que van a ser mis mañas y rompepeloteces de viejo –de mierda-, hoy tuve la certeza de que un tema va a ser recurrente en mis progresivamente seniles diálogos .

Trabajando en la compu, tenía puesto de fondo el programa Planeta Gol, que recopila goles, rarezas y patadas del mundo. En medio de un referí al que le roban el auto en medio del partido y un juez de línea que pierde el peluquín de un pelotazo; veo a un brasileño petiso y ya medio gordito jugando al fútbol con los ojos vendados, clavándola indistintamente en uno y otro palo de un arquero vidente. ERA ROMARIO; inaugurando los Juegos Olímpicos para Personas con Discapacidad.

En mi vida he sido víctima varias veces de los viejos que recurrentemente contaban las anécdotas de otros cracks e insistían que uno no podía imaginárselo (a Corbatta o a Houseman) por no haberlos visto. “Y en esa época no había televisión!!”. “Además el fútbol cambió mucho, hoy a los dos partidos está en Europa”.

Bueno, hoy decidí o me di cuenta, que así seré yo con el Chapulín. Un animal del área. Un tipo que desde su actitud te trasmitía que estaba en la cancha sólo para meter un gol, no iba a hacerte un relevo, pero tampoco te iba a perdonar con la pelota en los píes. Un artista. Sereno, con el pique corto, haciendo lo justo y necesario, lo ves con la del Barza entrando en diagonal al área y poniéndola precisa junto al palo; o metiendo el típico puntinazo seco que infla la parte alta de la red. Y siempre a cobrar.

Creo que una de las claves de su magia o de mi admiración, es que –como el Diego- nunca parecieron atletas del deporte ni mucho menos. Sin embargo no cabe duda de que lo eran. ¿En qué eran distintos? Si uno lo pudiese definir, los yanquis ya estarían haciendo clones que les permitiesen llegar a semis. Al igual que con los trucos de magia; hay que saber dejarlo ahí.

En fin, viejo y orgulloso, podré decir que los he visto. A algún pibe de los que nacieron después del mundial 90, cuyos ídolos son jugadores de moda, con los nombres cambiados por la play, hijos de mundiales sin “Héroes”.

En la próxima entrega: cómo explicarle a un hijo la sensación palpitante de esperar un pique del Cani vestido con la celeste y blanca (tras un pase de Diego).

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