martes, 3 de abril de 2012

Auto-superación


Desde los 90 –creo- tomó fuerza el concepto de la autoayuda. Esta cuestión, que viene en libros y videos que nos tira la posta, para desde nuestra casa comprendernos mejor a nosotros mismos, las leyes que rigen al mundo y lograr un éxito personal. Siempre tuvo mala prensa así que tampoco hay que volverse loco criticándolo.

Ayer, mientras me bañaba -dolorido por un partido perdido por segunda vez contra los mismos jóvenes y habilidosos rivales-, pensaba que eso que muchos buscan en la autoayuda el fútbol te lo da sólo y sin que se lo pidas.

Quien no ha perdido un partido de fútbol, no conoce sus limitaciones ni sus posibilidades. Quien no ha corrido una pelota larga sin llegar, no conoce la limitación de sus músculos o las virtudes del oficio. Ojo, nadie dice que sea agradable enterarse que uno no es tan bueno; o simplemente que apesta, pero al fútbol no le importa. Y te lo dice desde chico. Desde chico te relega al puesto de marcador lateral, si no sos muy bueno, o de arquero, o simplemente de espectador.

Mi vida con el fútbol fue bastante así. En salita de 5 del Fray Mamerto Esquiu había desafío contra la otra sala. Para mí era cosa seria. No recuerdo mucho del partido. Ganamos con un único gol de un niño llamado Federico, rubio y con el pelo corte “taza”. Yo si bien no conocía las posiciones, diría que jugué de 4. Ya arrancando en el secundario –sin haber estirado y sin darme el porte para marcador central; incursioné en una especie de lateral volante, un carrilero con algo de despliegue, muchas ganas y marca prolija. No muchas virtudes. Tuve que esperar hasta los 15 años para encontrar mi equipo. Un grupo de amigos, un tanto heterogéneo, en el que estaban un par de compañeros de escuela (el Colo y José) y algunos conocidos de ellos. Estaban a mi medida, era alguien en ese equipito de barrio. Jugaba de dos y cerraba siempre barriendo, ponía huevo, fue la primera satisfacción importante y gracias a dios duró bastante.

Mientras pensaba todo esto, se me cruzó por la cabeza que las mujeres nos hacen algo similar. Uno está largo tiempo tratando de encontrar "su equipo", de encontrar la forma de gustar, de jugar ese partido –mucho más difícil- que es ser interesante, “seductor” o lo que sea y a la vez no parecer demasiado desesperado o simplemente pelotudo. También me costó tiempo, pero no pienso contarlo -una goleada por post es suficiente.

Lo que quería rescatar es esa crueldad de la sinceridad que tiene la vida y el fútbol para con nosotros. Si sos malo te lo dice, si no llegás a la pelota larga también. Y te lo dice de mala manera; como la mina que te dice que no le interesás, da media vuelta y se va con una amiga.

De dónde viene tanta reflexión y autocrítica. El partido de ayer, replay del partido de la semana anterior. En el primer partido nos sorprendió el juego de estos pibes –no sólo hábiles, sino también tácticamente inteligentes- y nos comimos bajo la lluvia varios goles impiadosos. Un goleada fea, de la que si hubiera dirigentes de por medio, saldrían a hablar de vergüenza, orgullo y vaya a saber qué más. Golpe duro. Ayer jugamos de nuevo. Mejor armados, con un par de pibes de punta y los demás avisados de sostener una marca férrea. Lo conseguimos, estuvimos abajo en el marcador, empatamos, lo sostuvimos, volvimos a estar abajo y lo emparejamos. Sobre el final, se armó de nuevo esa brecha, nos metieron un gol boludo y al salir a buscarlo nos metieron más.

La sensaciones respecto de una semana atrás fueron distintas. No me fui tan caliente, o no tanto como para no poder escribir. La semana pasada era impotencia, el deseo de una patada criminal –o varias- que hicieran justicia. Pensaba también que cuando se dan esas goleadas son útiles las provocaciones de los vencedores, ya que te permiten enojarte y en un par de manos, olvidar toda la bronca futbolística de un resultado de mierda –afortunados los goleados violentos!!-

Siguiendo con la autoayuda, creo que el fin de esa práctica es muchas veces "conocerse a uno mismo". Bueno, cuando uno mejor se conoce es en la adversidad, incluso cuando no puede superarla. El fútbol es, al respecto, terminante.

Terminaré con una palabra, propia de Charles Bronson, y por lo tanto muy falsa y algo verdadera. REVANCHA. El fútbol, y la vida, siempre te la permiten; tal vez en otra cancha u otro lugar. Pero todo gira o fluye –como diría la autoayuda-, dandonos otros partidos y otras circunstancias; por lo menos hasta que el Barba cierra con el pitido final.

2 comentarios:

  1. Cuantos años de niñez desperdiciada en esos puestos ajenos a su naturaleza.
    Por suerte, o por lo que sea, la vida ha sabido colocarlo donde mandan sus genes: barriendo el fondo, ahi donde su equipo lo necesita.
    Bien ganado el apodo de Mariscal. Un poco se lo envidio, sepalo.
    Lo abraza su amigo, Pechito.

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    1. Su apodo es muy bueno, Gontan (se lo puse yo!!! jjajaja). Se lo extraña en un picado. No sabe lo que fueron los partidos con estos pibes. Todavía estoy esperando eso de que el fútbol da revancha

      Abrazoo de Gol

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