viernes, 18 de marzo de 2011

Amor Eterno


Será por la pobre realidad de nuestros equipos, o simplemente por las ganas. Quise dedicar un post algo un poco más abstracto que la actualidad, y a la vez más esencial.

La pregunta, entonces, sería: cómo nace esa relación que parece estar sellada a fuego. Que parece más segura y estable que mil noviazgos, matrimonios o amistades. Eso que lo define a uno como persona. Ser hincha de tal equipo.

En la mayoría de los casos se supone hay una herencia. De padres a hijos. Pero hay miles de casos –en los que esa regla no se da-. Todos tenemos un conocido que en algún momento le pinto decir que era de otro club. Obviamente, es imposible respetarlo o tomarlo en serio. Repasando estos casos, que no son pocos, somos testigos de traiciones y tortilleadas impensadas, casi inaceptables, pero reales.

La referencia al cuento de Sacheri El cuadre de Raulito, es inevitable. Suelo recomendarlo fervientemente en conversaciones con aliento a cerveza.

Siempre me aburrió, cuando le preguntabas a alguien de quién era hincha y te decía River o Boca. Era aburrido. Tranquilos, no estoy queriendo decir que no haya gallinas y bosteros apasionados mal. Simplemente me parecía “sencillo”. Hay algo distinto y hermoso en encontrarse con un hincha de Ferrro, de Huracán, de Morón, de Chaca, de Chicago, de Platense.

Hay poco lugar para el caretaje. Nadie es hincha del calamar por moda. Ir a la cancha no es fácil y es sin dudas un rito. Uno está dispuesto a ver horribles empates que denigran lo futbolístico; sólo por conseguir un punto tal vez demasiado necesario. Y ese empate tiene sabor a victoria. Los hinchas de este tipo de clubes que he conocido, en general saben de fútbol, o por lo menos lo aman, difícilmente tienen camisetas nuevas y añoran glorias a veces olvidas como el gran Topo Gómez.

Fantaseando, habría que echar de toda conversación futbolera a todo aquellos que te dicen, “soy de River, pero el fútbol mucho no me gusta”. Ese hombre no debería tener permitido hablar!!! Claro que habría cenas, casamientos y reuniones, mucho más aburridas.

Un aspecto que descubrí hace poco. Es el de las abuelas o madres. Que en una familia bostera de pronto tienen un hijo gallina, por ej. Y para evitar el escarnio que hermanos y padres hacen de la oveja negra, ellas cambian también de color, con la única intención de hacerle el aguante al pibe. Eso también es amor a los colores, pero del corazón.

Por último debo decir que he estado, sin decirlo, hablando un poco de mí. Mi viejo era de River, pero un flaco muy piola e ídolo mío del barrio, se probó en Independiente y quedó. Jugaba de diez. En algún partido de poca importancia entró por Bochini. Hoy vive ya retirado en el fútbol de EE.UU. (Marcelo Carreras, nunca se consolidó en primera, terminó en la Mayor League casado con una yanqui y dos pibes muy rubios. Alguna vez me mando una foto con una camiseta extraña, autografiada). Y me hizo del Rojo. Con el tiempo fui a Bs. As. y el encanto de cierta melancolía tanguera me hizo visitar asiduamente los tablones del torito de mataderos hasta aquella terrible promoción contra Tigre. Fue la última vez que lo vi en la cancha. Después de aquellos hechos sólo podían entrar los socios, y yo no lo era. No puedo decir que haya llorado, porque yo ya era de un modo irremediable (para todo lo bueno y todo lo malo –que no es poco-) del rojo. Pero estuve una semana deprimido. Era como si hubiese fallecido el padre de un amigo.

En fin, creo que respiramos ese sentimiento. Ese amor. Que hay historias más interesantes y formas mejores de decirlo (recomiendo el cuento de Sacheri). Pero al menos quería dejar el tema sobre la mesa.

3 comentarios:

  1. Grandioso. Cada renglón.
    Nada que envidiarle a Sacheri.

    Nunca tuve segundo equipo, aunque de muy pendejo fui un par de veces con mi viejo y su viejo a ver a Español.
    También me acuerdo que por aquel entonces, varios primos y tios de Avellaneda, intentaron durante años hacerme hincha de Independiente.
    Yo me negaba, no por razones futbolisticas o sentimentales (recién a partir de los 10/11 años empece a entender algo de fútbol y a interesarme por la suerte de mi equipo) sino porque sabia que cambiar de club era algo que no se hacia, que estaba mal, y punto.
    Ahora, que ya me las se todas (?), sigo pensando lo mismo.

    Genial post Mariscal, lo pongo en mi Top 5 (?).

    Abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Genial!! Yo fui hincha de Racing SIEMPRE y por supuesto JAMÁS tuve otro equipo,(ni Aldosivi, viviendo en el mismísimo centro del puerto de Mar del Plata).
    NACI de Racing. A los 3 años mi papá me decía: "Gorda, gol de Racing" y yo levantaba los bracitos (aclaro q dejé de ser gorda).
    Conocí a 2 hinchas de Independiente que tenían doble equipo, por suerte conocí un tercero que me quitó la duda, era simplemente AMARGO!

    ResponderEliminar
  3. hermoso post. Muy cierto lo del encanto de encontrarse con un hincha de equipo chico, y de serlo también, obviamente. Y muchisimo más cierto con eso de los "simpatizantes" del "soy de Boca/River pero en realidad el fútbol no me gusta". A esos hay que matarlos a todos (?) porque hacerse hincha del equipo grande de turno sólo por compromiso es una herejía y merecería ser castigada como tal

    ResponderEliminar