viernes, 11 de marzo de 2011

Animo



Hace bronca. Es lo único que puedo decir. Así. Desde ayer vengo rumiando y pensando que Algo hay que decir. Explicaciones, no tengo, tal vez estamos pagando todo el culo que tuvimos en la Sudamericana pasada.

Ves partidos como ayer y te convencés de la frase pelotuda (por lo repetida) de que el fútbol es un estado de ánimo. Obviamente no es sólo eso. Quien ha jugado sabe, lo sabe tanto que un buen jugador debe saber manejar el ánimo propio y el de los contrarios. Viendo fútbol en la cancha descubrí que los partidos están llenos de sensaciones. De pronto tenés la clara sensación de que en ESE tiro libre te pueden embocar. O de que por más que estés por empatarlo, es muy probable que te caguen “inmerecidamente”.

Por eso, siempre me gustaron los equipos fuertes en lo anímico (carácter que este mismo Independiente tuvo para levantar un 3-0 en la altura de Quito hace sólo 4 meses). Creo que de eso trata. De los equipos que pueden dar vuelta un resultado. Nosotros estamos lejos, Tenemos que ganar y si es posible empatar para no perder.

Leyendo comentarios enfurecidos respecto de la actualidad del rojo. Me encuentro con un hincha enardecido que ante la mención de Carusso Lombardi, jura irse del país si ese tipo pisa el estadio del rojo. El hincha del Rojo es raro.

Por algo se tuvo que ir Falcioni después de haber hecho dos muy buenas campañas y salvarnos justamente del descenso.

En fin hay algo de toda esa rareza que me da fe; aunque ojo, Independiente también me ha acostumbrado a parecer que nunca toca fondo. Como cuando asumió Gallego hace dos años y cada partido nos embocaban de a 4.

El martes jugamos con amigos. Nos faltaba uno (el distinto –el que juega, básicamente- que había avisado que llegaba tarde). Para cuando llegó, ya estábamos abajo mal. Si bien mejoramos, todo pintaba mal. Habíamos clavado montones de palos y la sensación, era justamente, la de tener toda la suerte en contra.

Hasta que de pronto se nos dio. Empatamos. Nos pusimos arriba. Por si quedaban dudas, nos empataron y casi instantáneamente volvimos a ponernos arriba. Era el momento, había que terminar de hundirlos. Yo, que no soy más que un corredor apasionado, puse manos a la obra. Salir a buscar el error ajeno cuando ya habíamos sacado ventaja, era sin duda un golpe bajo; pero necesario.

Adonde voy? Los estados de ánimo son cambiantes, uno puede aprovecharlos pero nunca logra manejarlos absolutamente (sino mírenlo a Velez, que tiene todo para ganar y sin embargo anda medio perdido). Es, más bien, como una marea. Te lleva en una dirección o en otra. Dicen que cuando el mar tira para adentro, no hay que desesperarse y tratar de salir de un solo tirón, ya que lo único que uno logra es cansarse. Obviamente, si no hacés nada, sonaste.

En el medio mucha gente sufre, se van técnicos y se queman jugadores (Gioda nunca pudo volver a ponerse la del Rojo, que sigue siendo dueño de su pase y lo da a préstamo por chirolas). Ayer le dijimos que sí al Turco. El tipo es un ganador. Y como tal sabe perder. De eso también se trata.

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