miércoles, 23 de marzo de 2011

Viernes



Por Pechito Gontán

No recuerdo cuando fue la primera vez que jugué un partido de futbol.

Probablemente, esto haya sucedido en algún momento entre Marzo y Diciembre de 1984, tal vez durante una clase de gimnasia, mientras cursaba mi primer grado escolar.

No estoy seguro. Tal vez lo jugué antes, en el jardín de infantes, o un año después, en segundo grado. Como dije, me resulta imposible anclar con exactitud un lugar en el pasado para ese, o cualquier otro acontecimiento de tal antigüedad.
La fecha, de cualquier manera, no importa demasiado.

El tema es que, por esos días, siendo yo un niño en plena etapa de absorción y asimilamiento de conceptos educativos, alguien me vino a revelar la existencia de un juego que tenia que ver con los pies y una pelota. También se me explico que había arcos, limites territoriales, reglas a respetar y objetivos a cumplir.

La novedad le dio sentido a lo que hasta ese momento solo consistía en mover una pelota para cualquier lado, sin mayores consecuencias que la rotura de algún adorno o ventana hogareña.
Ese mismo año, mientras aprendía a leer y escribir, también me enseñaron que un partido tenia una cancha , dos equipos, y tres resultados posibles. Que tenia compañeros y rivales, que a los buenos los elegían primero, que jugar bien se convertia en algo fundamental para superar con exito el primer examen de aceptación social sin mama y papa poniendo reglas.

Y que todo eso, sin dudas, era algo mas que un simple juego.

A partir de entonces, y hasta el dia de hoy, jugar al futbol siempre fue mi actividad favorita. En cancha de once, de ocho, o de cinco; sobre pasto real o sintético, sobre baldosas, tierra o arena. Por los puntos, un cajón de cervezas, el honor; o por nada, solo por jugar.

Nunca me sobro talento, pero tampoco soy un negado. Mi juego es mediocre. Aun asi, he logrado destacarme en mas de un par de partidos, y recibir algún que otro aplauso o elogio por parte de circunstanciales compañeros de equipo.
Cada vez que eso me sucede en un partido, cuando alguien se manifiesta de forma espontánea festejándome cualquier acierto , soy un poco mas feliz. No puedo evitar sentirme ridículamente orgulloso y seguro de mi mismo, aunque sea durante unos minutos.

Ayer fui a jugar al futbol, como todos los Viernes a las nueve de la noche, seis contra seis.
Mi desempeño fue desastroso. No me salio una en todo el partido y mi equipo perdió, con baile incluido. Jugué de delantero, fallando en casi todos los pases y errando, como mínimo, diez goles imposibles.
La única jugada rescatable que aporte fue un tiro al arco desde mitad de cancha, picando la pelota por encima del arquero adelantado, que termino pegando en el travesaño.
Mientras puteaba al aire por mi mala suerte, un jugador contario me paso por al lado diciendo: “era un golazo”.
Ese fue el único elogio que recibí en todo el partido, y alcanzó para compensar todas las puteadas de mis compañeros de equipo, que fueron muchas, por cierto muy justificadas.

Tengo una pésima memoria para casi todo. Pero nunca me olvido de ciertas jugadas que me salieron bien en una cancha de futbol, o que le vi hacer a otros.

De no existir esa capacidad de archivo mental, si yo no pudiese repasar a voluntad cada ridícula y maravillosa sensación de placer experimentada ante cualquier jugada genial , propia o ajena, que me haya tocado presenciar en una cancha; jugar al futbol, o mirarlo, no tendría ningún sentido para mi.

Los Viernes tampoco.

Mucho menos sentido tendria seguir soñando que juego en la primera de Boca.

Desde que tengo cinco años.

2 comentarios:

  1. Yo si me acuerdo de mi primer partido, a los 6 años.
    Imborrable.
    Muy bueno el blog!

    ResponderEliminar
  2. Yo recuerdo un partido de salita de 5, contra los de la tarde. Recuerdo tb -y no se porque lo digo- que nuestro equipo era el de las "Abejitas". Y teniamos que tener una estampada en la remera. Ganamos. El gol lo hizo un chico rubio -con corte taza- que creo se llamaba Federico.

    Hermosa la frase, de que mientras apredía a escribir, aprendía que había una cancha, dos equipos y tres resultados. POÉTICA.

    Gran Jugador Gontan; sabe raspar, salir jugando con cabeza levanta y pecho inflado -de ahi el apodo-, y buena pegada.

    ResponderEliminar